Histórico

A VISITAR EL MUSEO DE ANTIOQUIA

16 de junio de 2014

Aun con sus 134 años, nuestro remozado Museo de Antioquia entiende su lugar en la sociedad. Sin estancarse como bodega para objetos cargados de polilla, y sin descuidar la atención y exhibición de tesoros centenarios, a lo largo de su historia el museo ha ampliado visión y tarea, y hoy demuestra una "obligación política que deriva de su popularidad y expansión", según entiende Nydia Gutiérrez curadora jefe del Museo, el sentido para los museos contemporáneos.

Incluso en el exterior se reconoce la sala Fernando Botero donde se exhibe con profundo orgullo la obra que el Maestro donó a la ciudad. Pero también están la sala Colonial y Republicana con muestras de las escuelas cuzqueña, santafereña, quiteña, boyacense y antioqueña; la sala de Arte Internacional; la Sala Luis Caballero, que exhibe el políptico ganador de la Bienal Iberoamericana de Pintura, de Coltejer, en 1968; y su ahora espectacular sala de Diálogos Interculturales, que hoy exhibe la exposición "El barro tiene voz", donde se ve la representación humana más antigua de Colombia (de hace 4.500 a 5.000 años); la forma como se trabaja el barro en Momil, el Carmen de Viboral, La Chamba y en Ráquira; la obra "Límites al viento", de Carlos Julio Quintero, que muestra la gama de colores del barro santandereano y "Huesos", de Andrea Echeverri (la de Aterciopelados), un impactante mapa de Colombia hecho con huesos de barro.

También el museo está exponiendo "Contraexpediciones", para reflexionar desde diversas prácticas artísticas la forma como las comunidades antioqueñas habitan sus territorios.

Todo lo anterior demuestra que nuestro museo ha sido capaz, una vez más, de reinventarse, no únicamente como depositario del pasado, sino como una institución que actúa desde el presente y de tú a tú con sus diversos públicos. Y todo ello gracias al fuerte y decidido apoyo de entidades privadas que entienden la enorme importancia de tener un museo de talla internacional en nuestra ciudad.

Pero viene el pero. La gente no va. Aunque hay entrada gratuita para los estratos 1, 2 y 3 las salas no están abarrotadas y la gente de estratos altos se "muere de miedo" en el centro. El museo tiene sentido por la gente, son las personas su razón de ser. Si ya las entidades privadas ayudan para el sostenimiento, entonces hay que crear políticas públicas para intervenir los alrededores (no solo con policías); las entidades educativas pueden involucrarse con el museo y el mismo museo seguir inventando estrategias para las audiencias locales. Es una apuesta donde todos ponen, para ganar todos.