Histórico

A Zuluaga

20 de marzo de 2009

Leído y conocido José Guillermo (tocayo que no es fácil de encontrar), bastantes historias de las que rondan tienen que ver con la violencia, el desamparo y la indignidad. Y en esa constante la humanidad se pierde y la confusión se amplía. Ya sabemos que el hombre es el animal que más fácil se degrada, llegando a extremos a los que nunca llega ningún organismo vivo. A veces me pregunto, querido amigo, de qué nos han valido una historia de cuatro mil años, de miles de hombres corrigiendo errores y buscando vivir bien, si en el momento menos pensado volvemos a tiempos salvajes supuestamente ya superados. Quizá, como en el samsara hindú, los tiempos se repiten y damos la vuelta en una eterna rueda que nunca llega al nirvana porque el olvido es más poderoso que la memoria. Y porque nos mantenemos en estado de reacción y no de acción, como enseñan los principios éticos.

Por estos días, querido José Guillermo, he leído con atención su libro 24 Negro, una serie de ocho crónicas sobre el conflicto colombiano, que aunque se niegue (síndrome de Lampedusa) es tan evidente como los aguaceros que nos caen encima. Y en su libro he notado que se cuenta la historia sin escándalos, que se la ubica en la geografía y en el contexto, que se presenta la memoria de las víctimas y no hay morbosidad de ninguna clase. Usted, al igual que propone el escritor austriaco Erich Hackl, rescata la memoria de las víctimas y pone claro que lo que sucede en el conflicto no es la propagación de la muerte sino lo que se pierde de la vida. Es decir, no es cuestión de narrar una matanza sino lo que se deja de vivir, lo que queda en veremos, la construcción que se detiene, lo que ya no será.

Escribir sobre el conflicto, como usted lo hace (con objetividad y sin señalamientos alienantes), dignifica no sólo al escritor sino al lector. Y a la misma historia. Además de clarificar cuál es el sentido real de la responsabilidad colectiva. No es la anécdota la que cuenta sino lo que significa la culpa y la reparación (si es que ésta es posible en su totalidad). Así que José Guillermo Zuluaga (apellido muy vasco y de buena cepa), su trabajo entre periodístico, histórico y narrativo, enseña sobre cómo hay que escribir sobre lo que pasa, sin saltarse nada, sin adjetivar nada, sin buscar emociones. La razón es un método que lleva a entender la totalidad de un hecho. Y esto es lo que usted logra sin recurrir a peripecias o asuntos de superhéroes. Su trabajo es limpio, de hombre que piensa y luego dice.

José Guillermo Zuluaga Ceballos, periodista de la Universidad de Antioquia y magíster en historia. Nació en San Vicente Ferrer, entre las montañas. Y si bien parece serio y duro, es dulce. Y como no basta con decir, es muy buen fotógrafo, que es una buena manera de mirar.