A Marta le late un corazón ajeno
Gorra azul, saco gris, gafas, celular colgado al cuello. Sonríe para darse tiempo antes de responder, porque tiene que hacer memoria. Fue hace una década ya. Entonces tenía 42 años y una vida común y corriente, hasta que le dio el primer infarto.
"Fumaba un poco, me gustaba mucho la grasita y hacía poco ejercicio", cuenta Marta Lucía Cárdenas. A ella, en el pecho, le late un corazón con el que no nació. También, le recuerda por señas la mayor de sus hijas, que no le molestaba empinar el codo. Gustos que ha tenido que reducir desde el trasplante.
Tampoco volvió a manejar taxi, pero no por la operación, sino porque encontró otras ocupaciones. "Yo me le mido a lo que sea".
Ha vendido obleas, hecho morcillas, tamales, chorizos empanadas... y ahora atienda su propia tienda, de 2:00 de la tarde a 10:00 de la noche.
"La gente siempre me pregunta cuando se entera que soy trasplantada que qué siento, pero yo no siento nada raro".
Hora de la pastilla
Un reloj sobre la mesa de la sala dice que son las 11:30, pero está detenido. Sin embargo, Marta sabe qué hora es por la droga que le toca.
"A las seis de la mañana me tomo tres pastillas; a las ocho, seis; a las diez, otras cuatro; al mediodía, tres; a las dos de la tarde, cuatro; a las cinco o seis, una; a las ocho tres y a las diez de la noche, otras cuatro", 25 en total.
Pero conseguirlas sí que es todo un cuento. A ella, que vive en los límites entre Envigado y Sabaneta, le toca ir hasta Laureles para comprarlas. Y debe ir ella, para que se las den más baratas.
Eso por no hablar de los exámenes. Lleva tres meses intentando que en la Nueva EPS le den la autorización para tres pruebas que necesita y una larga lucha para que la remitan al grupo de trasplantados de la Cardiovascular.
"De resto todo bien, me siento muy aliviada y me le apunto a lo que sea. Hasta en diciembre parrandeé lo más de bueno", confiesa.
¿Qué le resulto más difícil?: "El primer año. Uno queda como una cascarita. Me pasé casi por completo en la Cardiovascular. Parecía que vivía allá".
¿Ahora qué hace?. Vivir, en lo suyo. "Con el marido, con los hijos peleando y alegando y con los dos nietos, que son los que me van a llevar para arriba".