Histórico

Alto Verde no sepulta la esperanza

31 de enero de 2009

Aferrado a su fe, y con la ayuda de un sacerdote, Andrés Aguirre Peláez busca fortaleza espiritual. La vida se le volvió un tormento desde el 16 de noviembre de 2008 cuando en el deslizamiento que destruyó su casa en Alto Verde, perdió a su esposa, dos hijos y un sobrino de su cónyuge.

Por ahora, Andrés no quiere saber nada de Alto Verde (allí murieron 12 personas). Vive en un apartamento que le cedió un hermano y trata de superar su drama de la mano del Señor, gracias a la colaboración que le brinda el padre Luis Eduardo Gómez, psicólogo experto en familia.

Al caminar por Alto Verde, todavía se percibe el olor a tierra húmeda, mientras que una cuadrilla de obreros con una retroexcavadora y varias volquetas, remueven las ruinas de las seis casas destruidas por la avalancha.

Con permiso del Simpad, ocho viviendas que no fueron afectadas por el deslizamiento, volvieron a ser ocupadas desde la segunda semana de enero. Otras dos siguen vacías.

Allí, donde rugen la máquina y retumban las almadanas en manos de los obreros, me encuentro con Mercedes, habitante de una de las ocho casas ocupadas de nuevo, quien se baja de su carro y se acerca a observar el talud y las labores de limpieza.

A diferencia de Andrés, quien por ahora no quiere ni asomarse a lo que fue su hogar, Mercedes indica que, a no ser de que el estudio de suelos, cuyo trabajo de campo culminó hace unos ochos días, diga lo contrario, seguirá viviendo allí.

Ella y los vecinos que regresaron se sienten muy acompañados por el Simpad y por Obras Públicas, que no los han desamparado.

Pero su continuidad en Alto Verde depende del estudio geológico. Un comité conformado para que dé un veredicto espera su resultado y análisis sobre la estabilidad del terreno.

Hasta el momento, los obreros no han tocado el talud hasta tanto no se conozca lo que dice la investigación. "Si lo pueden organizar con obras de mitigación nos quedaremos aquí, de lo contrario, pues tendremos que evacuar. Pero a nosotros nadie nos presta en estas casas y es imposible acceder a créditos blandos como lo prometió el Presidente, y en estas condiciones, ¿a quién le vamos a vender?", preguntó.

El servicio de agua aún lo obtienen de tres tanques comunales que surten otras cuatro unidades del sector.

Flor Ángela Montoya, administradora de la unidad, reconoció que cuando llueve sienten temor, pero "estamos confiados en las sugerencias que nos hace el Simpad".

"Nos sentimos acompañados por la Administración, pero se presentan inconvenientes como el de los créditos blandos. Hablé con funcionarios del Banco Agrario y me explicaron que para estos estratos altos, la ley no permite esas excepciones. Habría que crear una figura jurídica que lo permitiera. Hay dos afectados que quieren reconstruir sus casas pero todo depende del estudio y de esos préstamos, que van a ser difíciles".

Destacó que Catastro Municipal les anunció un alivio en el cobro del impuesto Predial. Los sobrevivientes de Alto Verde, aún tienen la esperanza de seguir disfrutando por muchos años más las casas que levantaron con tanto sacrificio.