Histórico

Amor al patinaje no dejó partir a Johana Viveros

Después de ser la reina mundial del patinaje en Ostende 2013, la deportista criolla aguarda sellar otra gran página en Rosario.

01 de noviembre de 2014

Sobre una tarima Johana Viveros causaba sensación al mover con gracia y exquisitez su pequeño cuerpo al son de la salsa.

Además, su fuerza y habilidad física le permitían elevar con eficacia, a sus nueve años de edad, un balón de básquet y que este, posteriormente, terminara en canasta.

Pero los gustos de la caleña empezaron a cambiar cuando, en aquella misma cancha deportiva, observó a otras niñas andar sobre patines.

"Fue como un amor a primera vista", recuerda Johana, quien insistió tanto para que la entraran a practicar esta disciplina, que su hermano se vio obligado a conseguir unos patines.

"Así empecé en este deporte, con patines prestados; los segundos fueron alquilados", rememora, mientras ríe, la hija de Juvenal Viveros y Marta Mondragón.

Como la pequeña ya no iba a la academia de baile, sino que al salir del colegio solo quería estar sobre ruedas, sus familiares no lo pensaron dos veces y la entraron a un club de patinaje, donde sembró sus primeras semillas, las cuales, diez años después dieron grandes frutos.

En el Mundial de Bélgica 2013, el talento de Johana estalló en esplendor al terminar como la reina del certamen, luego de alcanzar cinco medallas de oro y otra de plata, la recompensa al esfuerzo, el premio tras no dejarse vencer ante la adversidad.

Casi cuelga los patines
En 2010, cuando tenía 16 años, Johana tuvo un debut cargado de alegría al conquistar su primera presea dorada en la maratón en Guarne, Antioquia.

Pero en la temporada siguiente, cuando quiso cambiar de club, los sueños de la deportista empezaron a derrumbarse.

"Quería tener un nuevo aire, mejorar, pero el club al que pertenecía no me quiso dar la carta de libertad. Me sancionaban, no podía viajar a otro país a competir, y en los torneos que actuaba solo me dejaban correr una prueba. Perdía plata, tiempo…", recuerda Viveros, que hasta pensó retirarse de este deporte.

"Es que fueron momentos muy difíciles, de mucha discordia. Estaba tan ardida y desanimada que tomé la decisión de irme del patinaje, pero gracias a Dios encontré una voz de aliento, mi madre, que me hizo entender que tenía que luchar y perseverar".

Aquella angustia, que duró un año, tuvo sus efectos. La deportista no logró clasificar a los Mundiales de Corea del Sur 2011 e Italia 2012.

Pero al recibir la oferta de entrenar en Bogotá, y luego defender el nombre de Boyacá, recobraron el entusiasmo de la fondista. "Pagué la carta de libertad con aquel club, y salir a entrenar después a otra ciudad fue muy fructífero porque me llené de cosas positivas, me olvidé de lo malo y comencé desde cero".

Al encontrar la paz interior, los buenos resultados comenzaron a llegar para la deportista, quien ahora se alista para encarar un nuevo reto en el Mundial de Rosario, Argentina.

"El Mundial de Bélgica fue inolvidable, pero cada año los procesos son diferentes. Para este el reto es mayor, ojalá no me vaya a matar la ansiedad, ya que cambio de categoría juvenil a mayores, entonces la rivalidad será más fuerte", dijo la estudiante de Idiomas, quien dejó claro que así como tuvo la voluntad de cambiar de profesión desde niña, de aguantar los malos momentos de juvenil, espera darle más satisfacciones a Colombia ahora como mayor.