Anina Yatay Salas, la niña capicúa
Hoy llega a las salas del país esta película animada colombo-uruguaya para viajar a la infancia.
Tres veces capicúa. Da lo mismo cómo se lea, cada uno de los nombres de Anina, son iguales al derecho y al revés, es un palíndromo.
Anina Yatay Salas nació de la imaginación del escritor y maestro de escuela uruguayo Sergio López Suárez, pero fue el ilustrador Alfredo Soderguit quien le dio ese pelo rojo y el que se metió en la tarea de llevarla al cine.
"La novela (porque Anina Yatay Salas fue una novela antes que una película) es fruto de las experiencias como maestro de escuela de Sergio. Él asegura que construyó a Anina de tres diferentes alumnos que tuvo", recuerda Alfredo, quien ilustró la novela hace 10 años, cuando se editó por primera vez.
"Cuando la leí aquella vez, me transportó directamente al sentido de la vida que tenía a los 9 o 10 años".
La historia es simple. Anina tiene una pelea en su colegio que es la gota que colma el vaso de la directora, que le impondrá un castigo un poco raro: guardar durante una semana un sobre lacrado que esconde su castigo, ahí empieza la aventura.
Llevar a Anina al cine fue un proceso largo. Seis años dice Alfredo, desde que se pusieron en la tarea de pensar el asunto, a estudiarlo, a crear el lenguaje cinematográfico para contar la historia de esta pequeña niña.
Anina, la pelirroja
"Lo que quise mantener fue la esencia entre esa primera Anina de la novela y la del cine. Hay unos cambios en la técnica, pero es el mismo personaje", agrega el director.
Le puso un especial cuidado al cabello, una característica fundamental de la ilustración original del libro.
Pero la Anina del ilustrador no es la misma Anina de Sergio. "La mía es una suma de personajes que quedaron en mis recuerdos, de mi vida escolar y de mi experiencia frente a los dibujos animados", porque le encantan, y fue por eso que contra viento y marea se metió a hacer esta película, producida por un colombiano, Jhonny Hendrix Hinestroza, por medio de Resplandor Films.
Un dato curioso es que el pelo rojo se lo inventó el ilustrador. "La historia es muy reflexiva, sobre la imaginación y los sueños de Anina", dice. Porque en esas se la pasa ella, soñando, imaginando, fantaseando.
"Entonces, por esa imaginación intensa, cuando empecé a hacer los bocetos para el personaje le puse una cabecita redonda, más grande en relación con el cuerpo, porque ahí hay muchos pensamientos y el pelo como unas llamas y lo pinté de rojo", cuando en la novela señalaba que era negro, "Pero lo vamos a cambiar", recuerda que le escribió el escritor.
Capicúa
En Uruguay hay una fascinación por los números capicúas. "Es un artilugio de la historia para jugar con ese fetiche uruguayo de tomarlos como elementos de la buena suerte", explica el director. En la película, para Anina su nombre la carga de una triple suerte que terminará enfrentando a sus propios esfuerzos y darse cuenta de que no hay más suerte que la que uno mismo se busca.
Anina es un sueño hecho realidad, un trabajo duro en un mercado competitivo. "Podrá ser poquito a poco, pero lo importante es la calidad", opina Soderguit. Y esta película la tiene, en su producción y en la historia que cuenta, apta para niños de todas las edades.