Histórico

Aventura en dos ruedas para vivir el Mundial

Integrantes del Club Moto Libre viajarán durante seis días hasta tierras brasileñas. El miércoles 11 de junio rugirán los motores.

03 de junio de 2014

En el Alto de Berlín, la motocicleta respira con dificultad. Suena gangosa. Se siente ahogada. La combustión no es la misma. En esa altura santandereana se siente un frío tan fuerte, que parece que a uno le estuvieran enterrando cuchillos en la piel.

Este comentario es de motociclistas avezados. Oswaldo Gutiérrez, un bibliotecario paisa; José Morelo, un profesor de origen costeño, medio antioqueño por llevar más de 30 años en Antioquia, y Héctor Morales, un paisa-costeño-tolimense dedicado a la educación física y la guía turística.

Esas palabras que otorgan vida a sus amadas motocicletas -a las que no son fieles-, una Suzuki GM 125 del bibliotecario; una Jailing 150 del profesor, y una AKT 150 del guía, aluden a uno de los pasos de su recorrido próximo.

Para ellos, pertenecientes al Club Moto Libre, lo emocionante es rodar; ver los paisajes; sentir el clima, el rocío, el calor, el viento en la cara. Por eso irán a Brasil a vivir la fiesta del Mundial de Fútbol, y más aun, a vivir la experiencia de cruzar tres países: Colombia, Venezuela y Brasil.

No escogieron la ruta común, la de Leticia, porque quieren bajarse de su caballo metálico lo menos posible. Por el Amazonas tendrían que pasar tres días a bordo de una nave por el río más caudaloso del mundo, hasta la tierra de Ronaldinho. Por Venezuela, como tienen decidido, serán seis etapas de ida, a partir del miércoles 11 de junio, por carreteras pavimentadas, unas de ellas por entre la selva, en las cuales apenas si se toparán con habitantes humanos. “Pero incluso cuando recorramos de Guayana a Santa Elena del Uairén o de esta a Roraima, encontraremos montaderos de llantas”, asegura Oswaldo.  “Llevaremos carpas, por si no hay hotel”, complementa Morelo.

Van detrás de su pasión. ¿El fútbol? No, el viaje en moto. Pasarán un día en las afueras de un estadio, compartiendo la alegría. “Llegaremos a Manaos, meteremos un pie en el Amazonas y emprenderemos una nueva aventura, la de regresar a casa”, dijo el otro.