Histórico

BioShock Infinite, cuando el videojuego trasciende a nuestra realidad

21 de junio de 2013

Ken Levine puede ser considerado ya como el diseñador de videojuegos más influyente de la actualidad. O para que no se estresen los fanboys, creo que ya puede ir ubicándose al lado de históricos como Shigeru Miyamoto e Hideo Kojima; y lo subo a esta santísima trinidad de los videojuegos por una sola cosa: BioShock Infinite.

Espero que los que lean este review hayan jugado al menos uno de los tres BioShock. El primero es considerado uno de los mejores videojuegos de la historia (de hecho es el FPS mejor puntuado en la industria, por encima de juegos como Halo y Call of Duty) y BioShock Infinite, lanzado hace apenas unas cuantas semanas puede ser visto como el primero que busca generar reflexión en quienes lo jugamos, gracias a una historia muy bien desarrollada, con bases sólidas, personajes excelentemente bien definidos y un universo como pocos se han creado en esta industria.

Más allá de hablar de una jugabilidad sencilla pero a la vez muy retadora, de una Columbia hermosamente pintada por los artistas de Irrational Games y del carisma que tiene un personaje como Elizabeth, hay que hablar de la historia que está detrás de BioShock Infinite. Una historia que trasciende a la realidad del ser humano, más exactamente a comienzos del siglo XX; época en la que la sociedad de Estados Unidos estaba sufriendo un mal muy profundo: la esclavitud.

El racismo imperaba en todos los niveles y la raza negra se limitaba exclusivamente a ser la que estuviera arrodillada a las órdenes del blanco. Así es, también, la Columbia de BioShock Infinite.

Una sociedad suspendida en el aire que se encuentra dividida entre dos facciones: Los Fundadores (dirigidos por Zachary Hale Comstock ) y Vox Populi (La Voz del Pueblo que no tiene un líder muy bien definido, pero tal vez la más visible es Daisy Fitzroy ) una especie de guerrilla que agotada de los abusos quiere, a toda costa, ganar el poder.

Zachary, además de ser quien maneja los hilos del país, ha creado toda una religión que se basa en el fanatismo a un Cordero y a evitar la llegada de El Falso Profeta, quien acabará con la soñada utopía de Columbia y se cierne como su más peligroso enemigo. Ambos: Cordero y Falso Profeta protagonizarán diferentes acciones que permitirán el levantamiento definitivo de Vox Populi y con él, el principio del fin de Columbia.

Con el paso de las horas, la historia se va desenrollando de una manera dramática. La alegría de un país rebosante, lleno de ferias, familias felices, niños correteando, vendedores ambulantes, tríos musicales y muchas otras manifestaciones, dan paso gradualmente al caos que una guerra civil genera en cualquier sociedad: pobreza, injusticia, miedo, saqueos y muerte.

Tal y como Levine y su equipo hicieron en el primer BioShock con Big Daddy, en Infinite también hacen historia con fabulosos personajes que serán recordados por años, por ejemplo Songbird, el pájaro gigante que cuida celosamente a Elizabeth, los Handyman y hasta los Motorized Patriots, robots parecidos a George Washington que literalmente arrasan con todo lo que se encuentren a su paso.

BioShock Infinite es ya un clásico. Nació así y así perdurará por siempre. No exagero, este es un videojuego que deja enseñanza, que pone, no solo el control, si no la historia en nuestras manos para que la revivamos, aprendamos de ella y tratemos de mejorar como seres humanos.

No olviden que ya lo pueden comprar para PlayStation 3, Xbox 360 y PC.