Histórico

Caritas in veritate, reflexión sobre el desarrollo social

19 de septiembre de 2009

No se trata de un manual de soluciones prácticas para superar la crisis económica mundial. Mucho menos una propuesta para la creación una tercera vía socio política diferente al socialismo y al capitalismo.

La tercera encíclica de Benedicto XVI Caritas in Veritate, va mucho más allá de ser una doctrina celosamente reservada a quienes comparten la fe católica.

Su lectura puede enriquecer la reflexión de empresarios, políticos y todos aquellos líderes comprometidos con el desarrollo social. Independientemente de sus credos.

Este documento, se funda en realidades antropológicas fundamentales y en dos valores universales como son la verdad y la caridad.

Sólo anclados en estos dos conceptos, que no son creados ni menos impuestos por el hombre sino que están inscritos en su corazón, se puede construir el auténtico bien para la humanidad.

Ese podríamos decir, es el mensaje central de la Cáritas in Veritate.

Una encíclica esperada
El pasado 7 de julio, día de su lanzamiento, la sala de prensa de la Santa Sede (cuyo auditorio, para otras ruedas de prensa se ocupa sólo es ocupado en un 25 por ciento aproximadamente), se encontraba esta vez llena de periodistas.

Llegaron tres horas antes para leer, al menos una buena parte de la Caritas in Veritate, la cual se estaba repartiendo en diversos idiomas "sotto embargo" - es decir, bajo la condición de embargo hasta el momento de su publicación oficial.

Se veían periodistas de todo el mundo, desde L' Osservatore Romano hasta la BBC o The New York Times, hablando por celular con sus respectivos jefes de redacción, leyendo, analizando, subrayando y preparando las preguntas para el cardenal Renato Martino, presidente del Pontificio Consejo para la Justicia y la Paz quien fue el encargado de presentar la encíclica a la opinión pública.

Durante la esperada rueda de prensa, el cardenal confesó que la idea inicial del Pontífice era publicarla en el año 2007, para celebrar los 40 años de la Populorum Progressio, la encíclica social dedicada al tema del desarrollo, escrita por Pablo VI.

Sin embargo, por diferentes causas, - entre ellas la crisis económica mundial - su publicación se fue retrasando. Ya no son 40 sino 42 los años que han transcurrido desde que el documento paulino vio la luz, no obstante, Benedicto aprovecha para profundizar y actualizar el mensaje de su predecesor.

La Doctrina Social de la Iglesia
La Iglesia siempre se ha preocupado por la reflexión sobre el tema social. La Doctrina Social de la Iglesia es pues, la serie de principios de reflexión para evaluar la estructura de la sociedad y proveer criterios para un juicio prudente y para una política y actual acción.

Encuentra sus bases en las Sagradas Escrituras, en la reflexión de los padres de la Iglesia. A lo largo de la historia, varios pontífices han aportado en esta reflexión.

Un hito importante en la historia de la Doctrina Social se dio en 1891 con el Papa León XIII al escribir la primera encíclica dedicada al tema social. Se trataba de la Rerum Novarum, sobre la cuestión obrera, los derechos y deberes de los trabajadores y de los empresarios.

Los sucesores de León XII han profundizado y actualizado este documento de acuerdo con el contexto y los desafíos de los tiempos.

Pablo VI en 1967 publicó así la Populorum Progressio, dando una simple y sabia reflexión del desarrollo: "Es el paso de condiciones menos humanas a condiciones más humanas", lo escribe en el numeral 20.

Como menos humanas entendía las carencias vitales que tienen miles de personas en el mundo, mutiladas por el egoísmo, la indiferencia y la opresión mientras que las más humanas son entendidas como el triunfo sobre estas calamidades sociales que se traduce en el reconocimiento de la Dignidad Humana.

Lineamientos de la nueva encíclica
Transcurridos 18 años de haberse escrito la última encíclica social (Centesimus annus de Juan Pablo II), Benedicto XVI quiso dar continuidad y a la vez actualizar el Magisterio Social Pontificio con nuevas líneas de reflexión: la globalización, la crisis económica, el mercado, la libertad religiosa entre otros aspectos, teniendo como trasfondo dos pilares de reflexión: la caridad y la verdad.

El Papa deja ver claro en su introducción, cómo ambos términos se necesitan mutuamente y cómo deben ser ellos el lente para mirar las necesidades temporales.

Invita así a superar la ya obsoleta dicotomía entre los campos económico y social.

Cuando el hombre usa la economía con fines egoístas, con la eficiencia inmediata como el único criterio, esta tiende a fracasar.

Ilustra el Pontífice el fenómeno de la crisis actual que tiene su causa en la falta de ética, de la búsqueda de producción inmediata sin pensar en las consecuencias negativas que a largo plazo pueden traer para el bien común.

Igualmente el mercado no tiene que ser lugar de explotación ni de atropello del fuerte sobre el débil. Se debe vivir en esta la experiencia de solidaridad, entendida no como un sentimiento de pesar ni una ayuda asistencialista hacia el mas débil, sino como un tender la mano de manera comprometida e integral para buscar que el hombre alcance así su desarrollo.

Lo mismo ocurre con el cuidado de la naturaleza. Cuando el hombre pierde de vista la misión de ser custodio de la creación, causa en ella los daños y desequilibrios ecológicos que ya conocemos.

Aprovecha el Papa para aportar un nuevo principio dentro de la Doctrina Social de la Iglesia: el de la gratuidad. Se diferencia de la justicia - que nace del deber - porque este tienen su origen en el reconocimiento de que yo estoy unido a otro, el cual en cierto sentido es parte constitutiva de mí, y lo que me lleva a actuar en búsqueda de un bien común y no de una lucha individualista.

Aprovecha también Benedicto XVI para hablar del tema de las familias estables, abiertas a la vida como principales promotoras del desarrollo.

Decir que el aumento de la población es una causa del subdesarrollo es un error, señala, no sólo desde el punto de vista moral sino también económico. Basta con mirar los países europeos que enfrentan ahora un invierno demográfico, hecho que trae consecuencias como la falta de manos trabajadoras que produzcan y que sostengan los sistemas de pensiones, el empobrecimiento de las relaciones sociales y de las formas efectivas de solidaridad.

Además, aclara el Papa, las familias bien constituidas, basadas en el amor, la fidelidad y abiertas responsablemente a la vida, colman a los anhelos más profundos de donación que tiene el corazón humano.

Su mensaje es claro, es necesario superar la visión de que los valores católicos sólo tienen cabida en el campo social mientras que son los empresarios y economistas deben ser quienes guíen, independientemente las acciones en sus propios ámbitos.

Por ello señala el secretario de estado vaticano, cardenal Tarcisio Bertone: "Esta encíclica tiene el mérito, ciertamente no secundario, de contribuir a colmar esa laguna, cultural y política a la vez".