Carmen de Bolívar: ni loca ni satánica
El drama de niñas desmayadas sigue. Efectos de la vacuna contra el VPH o sugestión colectiva, debate no termina
En un solo día, 23 jovencitas de la Escuela El Espíritu Santo, de Carmen de Bolívar, fueron llevadas al hospital local "poseídas" por lo que se pensó era un caso de satanismo.
Esa fue la primera versión popular que estalló como pólvora por las calles del pueblo, recorrió el resto del país y casi termina en tragedia, cuando el alto gobierno desde Bogotá le agregó al caldo social, a comienzos de la presente semana, que las jovencitas estaban fingiendo.
Las niñas se desmayaron en distintas aulas de la institución, perdieron fuerza en articulaciones, presentaban temblor en las piernas, sus manos no les respondían y sufrían fuertes dolores de cabeza.
Es 30 de mayo, el problema no para y los últimos días ha tenido cuadros más críticos, al punto que han colapsado el hospital de El Carmen de Bolívar, pues aquí todo lo importante parece tener el mismo nombre.
Este pueblo, que estremece por el desorden de sus calles de barro o polvo, vallenatos a todo taco y motos en todas direcciones, de lo único que se habla es del drama de las adolescentes.
La sabiduría materna, que siempre está por encima de la ciencia médica, así esta la rechace y la desconozca de plano, advirtió que todas las afectadas tenían algo en común: la aplicación, sin su consentimiento o el de las niñas, como recomienda la ciencia, de la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH).
Fármaco
El Ministerio de Salud salió en defensa de este biológico, del que se administraron a las carmeras unas 3.000 dosis, pero hasta ahora el Invima no se ha pronunciado.
La misma defensa la hacen expertos como Jorge Flórez Otero, infectólogo de la Universidad de California y participante del Comité Asesor de Prácticas de Inmunización del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) –máxima autoridad en vacunas de ese país–, quien en declaraciones públicas sostuvo que era improbable que la vacuna fuera la responsable del drama de El Carmen e incluso dijo que se la aplicó él y a su hija.
No opinan lo mismo e incluso han extendido su alerta mundial profesores de distintas escuelas de medicina japonesas y SaneVax, una organización internacional que agrupa a las familias de las niñas afectadas tras la aplicación de la vacuna, que han realizado simposios internacionales, como el celebrado hasta ayer en España para alertar sobre las consecuencias de la inoculación de las tres dosis recomendadas por el productor de la misma, la vacuna Gardasil, de Sanofi Pasteur Meck, Shar & Dohme.
Del bienestar al malestar
Varios elementos son comunes antes y después del problema: todas las niñas, sin excepción presentaban un buen estado de salud antes de la aplicación de la vacuna, a ninguna se le explicó el cuadro médico que podría sobrevenir luego de recibir la dosis y que está plenamente recomendado por Gardasil en su página de internet (ver recuadro), que entre otras cosas recomienda que el paciente debe estar acostado al momento de ponerle la vacuna y permanecer en tal posición unos 15 minutos para prevenir accidentes por mareo, desmayo u otros malestares físicos, como los que vivieron varias niñas cuando recibieron, de pie y una tras otra su segunda dosis, el pasado mes de marzo en la Escuela El Espíritu Santo, hecho que fue corroborado a El Colombiano por personal cercano al plantel educativo.
Lo otro, y lo sostiene Blanca Victoria Sabagh, quien hace parte de uno de los grupos de apoyo a las niñas afectadas, si bien la aplicación de la vacuna es un asunto de salud pública, como mínimo, debe haber un protocolo para su aplicación y notificación a los padres e hijos, sobre lo que previene el biológico, porque en este caso pareciera, si es el VPH el responsable de lo que les sucede a las niñas, resultó peor la cura que la enfermedad.
Otro hecho que rechazan las madres es que a las niñas no les pidieron el carné de vacunas para ver qué dosis iban a recibir. "Por eso hay niñas hasta con cuatro dosis", sostiene Sabagh.
Sabagh, mujer culta y de amplio reconocimiento en el pueblo, por su inteligencia y capacidad de análisis, trabaja de lleno con un grupo de padres y madres de familia tratando de buscar una salida al problema. Igual es puente de diálogo y difusión con la comunidad de los compromisos y el seguimiento respectivo del Ministerio de Salud y Protección Social, que desde julio trabaja para devolverles la salud a las niñas afectadas, sea por la vacuna o algún trastorno cultural masivo...
En las distintas visitas que equipos de científicos, médicos, siquiatras, sicólogos e incluso el propio ministro de Salud, Alejandro Gaviria, han hecho al pueblo para acompañar a la comunidad, Sabagh ha sido protagonista, pues hoy parece una experta del tema Gardasil, al que considera, no con certeza absoluta, que puede ser el origen del problema.
"Aquí no se trata de chocar con las autoridades, lo único que nos interesa es el bienestar de las carmeras que gozaban de perfecta salud y pasaron a enfrentar una enfermedad colectiva, tras la aplicación de la vacuna. No sé con certeza absoluta, eso le corresponde a la ciencia médica saber si el biológico es o no el origen del mal, puede haber otro origen desconocido, pero es el único elemento común en todas las afectadas, pues todas recibieron la segunda dosis y luego el problema", dice Sabagh.
La balanza del agua
El mal tuvo sus primeros brotes en marzo cuando la mayoría de las niñas recibieron la segunda dosis de la vacuna, (la primera la habían recibido nueve meses antes). Si bien algunas presentaron síntomas similares, no hubo alarma porque se consideró como una reacción normal al biológico, como lo precisa el laboratorio que produce Gardasil.
El hecho fue ratificado por las progenitoras de las niñas con las que El Colombiano habló en El Carmen de Bolívar, los últimos cuatro días, más de 50. Sin contar las versiones de profesoras, monjas, sacerdotes, pastores católicos y cristianos -en el pueblo hay más de 20 iglesias-, concejales y otros líderes y personajes.
¿Secta satánica?
Ante la complejidad de la enfermedad, las madres comienzan una peregrinación al hospital y las secretarías de Salud de El Carmen y Departamental para que las ayuden.
Al hacer un estudio de lo que sucedía, la Secretaría de Salud de la Gobernación de Bolívar fijó en su página web un diagnóstico que contemplaba cinco hipótesis: intoxicación por agua o alimentos; reacción adversa a la vacuna contra el papiloma humano; pertenencia a una secta satánica o juego con la tabla ouija; intoxicación por plaguicidas y, quinta, consumo de sustancias sicoactivas.
La Secretaría desechó dos de las cinco hipótesis: intoxicación por agua e intoxicación por alimentos.
La primera por considerar que las niñas no consumieron agua en bolsitas de la que venden al frente de la escuela.
Lo otro porque el municipio, pese a tener 238 años y haber vivido épocas de esplendor y gloria económica, las mismas que le dieron vida a Barranquilla y llenaron las arcas de miles de alemanes, ni siquiera tiene acueducto, aunque hay que reconocer que ya se ven los trabajos haciéndolo o para terminarlo algún día, si se hace un manejo adecuado de la plata y los contratos.
Otra de las glorias de El Carmen es que tiene dos himnos que toda Colombia los canta de memoria: el Himno Nacional y Carmen de Bolívar, del carmero Lucho Bermúdez.
Para abastecerse, las familias, sobre todo las más pobres entre las pobres, en un pueblo donde todos son pobres, en su mayoría del rango absoluto, compran diariamente, no se explica uno cómo, la "balanza" del agua, que son dos canecas de 20 litros cada una por 800 pesos, que luego hierven para beberla o hasta para trapear.
La intoxicación por alimentos también se cae porque, finalmente, el problema se extendió a los demás centros escolares de las zonas urbana y rural. El tema satánico también puede descartarse porque ni siquiera lo contempla la ciencia.
SOS a la prensa
El peso de la soledad inicial con el que cada familia enfrentaba la situación y los choques con algunos o algún empleados del hospital que tildó a las niñas de locas, satánicas o faltas de marido... un grupo de madres le envió una carta colectiva a la periodista Salud Hernández, enterándola del caso y los estudiantes de la Espíritu Santo realizaron una marcha y arengaron frente a la Alcaldía.
Salud Hernández respondió con un comentario en su columna semanal de El Tiempo, el 16 de julio.
La respuesta logró el efecto. En los días siguientes arribó al pueblo una comisión médico-científica del Ministerio de Salud, entre ellos, el asesor Alejandro García.
¿No es la vacuna?
En el reporte que el hospital le presentó a García y su equipo, apareció el caso de un niño, no vacunado y otros como los de una niña en embarazo, otra con leucemia, un tema de otra adolescente premenstrual..., que también habrían ingresado al hospital, el mismo día de la entrada masiva de niñas, con la misma sintomatología, lo que aparentemente desvirtuaba el tema del biológico, por lo que la comisión bogotana advirtió que no debía ser la vacuna y el extraño caso de los desmayos exigía una investigación más a fondo, lo que no descartaba episodios psicológicos colectivos y así se multiplicó la versión por los medios de comunicación.
Al conocer el informe del hospital, la abuela del niño lo declaró como falso, pues su nieto ni presentaba los signos que decía el diagnóstico ni había ido a consultar por desmayos. Del hecho fueron testigos delegados de la Fiscalía y la Procuraduría.
El caso del menor hizo carrera y aún se incluye en los reportes oficiales, lo que juega a favor de la hipótesis de que la vacuna nada tendría que ver con los episodios clínicos masivos de El Carmen.
Nueva estrategia
Al final de la reunión con la misión científica se pactaron algunos compromisos, pero el drama no cesó y siguieron, día tras día, hora tras hora, los desfiles de motos a toda velocidad con niñas desmayadas, sostenidas por el piloto y un acompañante por las calles de una ciudad de tantas motos y conducidas con tanta irresponsabilidad, que uno sale a la calle convencido de que su encuentro fatal con un motociclista es casi una profecía.
"Todas las pacientes se estabilizaban y fueron devueltas a sus casas", dijo una fuente del centro asistencial, que habló bajo reserva de su nombre, porque luego de varias horas esperando una entrevista con la Dirección, El Colombiano tuvo que retirarse e indagar por otros lados.
"Qué droga les iban a aplicar en el hospital si ni siquiera los médicos saben qué tienen nuestras hijas", dijo Ángela María Santos, una de las madres de las afectadas.
En Bogotá está la ciencia
Ante la actitud lineal con la que eran atendidas las niñas en El Carmen, las madres, que siempre saben lo que les sucederá a sus hijos, incluso antes de que les suceda, deciden que quedarse en el pueblo con las niñas es algo así como sentarse a esperar la muerte e inician una campaña y reúnen fondos para enviar a una mamá y dos niñas, las más enfermas al Hospital Infantil de Bogotá, del que se enteraron cuenta con uno de los toxicólogos más prestigiosos del país.
El centro detecta que tienen un alto grado de plomo en el cuerpo y les practican una quelación, tratamiento que elimina los niveles del metal del cuerpo y las menores logran una primera recuperación.
Luego se comprobó que el papá de las niñas era propietario de una chatarrería, lo que podría explicar la presencia del plomo en el cuerpo. Una fuente científica, que trabaja para un laboratorio explicó a El Colombiano, sin dar su nombre, que hasta que no haya una información absolutamente confiable, es imposible emitir un concepto ciento por ciento exacto.
Comentó que efectivamente en el organismo puede haber ciertos metales como el hierro, pero no pesados como sucedió en el caso de las dos hermanas.
Tampoco descartó que la reacción de las niñas esté relacionada con una sugestión colectiva, como en otros episodios lo han probado los análisis respectivos.
Las dos primeras niñas tratadas en Bogotá regresaron bien al pueblo y están bien si se compara con el estado en que se fueron, dijo su progenitora.
Una luz de esperanza
La luz de esperanza que entró con el tratamiento en el Infantil y la situación crítica de más y más niñas en El Carmen aumentó la desesperación y luego de múltiples esfuerzos las madres lograron que la alcaldía, que se había negado a decretar la alerta amarilla, propuesta por el concejal Ramiro Ortega, autorizara nueve tiquetes para llevar a igual número de adolescentes a Bogotá, bajo la absoluta responsabilidad y riesgo de sus madres.
Madrugada de espanto
Para Bogotá salieron a las dos de la madrugada del 20 de agosto. "Conseguimos un microbús y a los 40 minutos de viaje una de las niñas entró en crisis, llamamos a Blanca Victoria clamando por una ambulancia. Ella nos animó a seguir porque el avión despegaba a las 6:15 a.m. luego otra niña entró en crisis y luego otra. No teníamos ni alcohol y tratábamos de revivirlas con caricias, ventilaciones e incluso con un agua de colonia que les aplicamos", comenta Mileth Bolaño, una de las madres que acompañó a las adolescentes.
"Viajamos con el alma en vilo. Fue impresionante. En el aeropuerto seguían las crisis y con las niñas en crisis llegamos a Bogotá", comentó Mileht.
En el Aeropuerto de Cartagena el grupo se encontró con el alcalde local, Francisco Vega, quien coincidió que también iba para la capital. En Eldorado una de las niñas estaba tan mal que el funcionario cogió un taxi, de manera urgente, y contribuyó con su traslado al Hospital Infantil.
El Colombiano comprobó que las madres, además del Infantil, habían contratado con otra clínica, de reconocimiento internacional, otro examen para comprobar si las niñas tenían alteración, además de plomo, por otros metales como el aluminio, para corroborar o no la posible incidencia del biológico en su salud.
El pueblo explota
La llegada a finales de agosto de otra comisión del Ministerio, con Viceministro a bordo, si bien ratificó el compromiso del Gobierno de apoyar a las niñas, no frenó el mal y con la entrada de septiembre la crisis se disparó al punto de que en un solo día la capacidad del hospital fue insuficiente pese a que ha recibido más recursos del gobierno, EPS locales y otros centros asistenciales, con la llegada masiva de otras 60 niñas enfermas.
Frente a lo que sucedía en El Carmen, en Bogotá y basados en los reportes médicos hubo dos intervenciones desafortunadas por parte del presidente Santos y su ministro Gaviria, que fueron presentadas por los medios, diciendo que las niñas estaban fingiendo sus padecimientos.
El pueblo respondió solidarizándose con las familias de las 347 niñas que sufren el mal. El pasado miércoles, el ministro Gaviria viajó a El Carmen para reunirse con las familias de las afectadas, pero todo se volvió caos y una gran muchedumbre, inmanejable, se tomó las calles, obligó al cierre del comercio y hubo que trasladar la reunión, solo con unas cuantas madres o padres, al estadio local.
El gobernador trató de mediar, nadie escuchó y los vándalos, casi todos hombres, sin padecimientos, pero sí poseídos por una especie de diablura, bloquearon la troncal a la Costa Atlántica y protagonizaron batalla campal con la Policía.
Ante el ambiente enrarecido, al caer la noche los 73.000 habitantes de El Carmen se refugiaron en sus hogares y por las calles solo se veía a unos cuantos despistados.
El pueblo toma su curso
En el coliseo, el ministro Gaviria y algunas de las líderes de las madres llegaron a un acuerdo (ver recuadro), para un acompañamiento permanente y mutuo, pues es un problema que exige un trabajo conjunto de padres, comunidad y entes gubernamentales.
El Colombiano tuvo acceso a 7 de los 9 conceptos para dar de alta a las niñas y en algunos diagnósticos de egreso figuraba "Efecto tóxico de metales: plomo y sus compuestos".
El regreso de la mayoría de las niñas trasladadas a Bogotá, algunas con buena recuperación, no baja la tensión en la población, pues más de 300 familias continúa el drama. La mayoría la componen grupos sociales que lo único que tienen para seguir en la vida es estar vivos, sin un peso en el bolsillo y con la esperanza de un mundo mejor por el estudio de las niñas, pues sus padres son desempleados o sobrevivientes de actividades de rebusque diario.
La salida de El Colombiano de El Carmen fue igual a la entrada. Caravanas de motos pitando con adolescentes desmayadas rumbo al hospital. Sectas satánicas, juegos con la ouija u extraños son imposibles en El Carmen, corazón de los Montes de María, e inspiración del inolvidable Lucho Bermúdez.