Histórico

Casas para dejar atrás el dolor

31 de julio de 2008

Aunque no hay casa para tanta gente, si las hay para ayudar a superar el dolor.

Y de eso si que saben las mujeres viudas de la violencia de Turbo, que a través de la Fundación Compartir no solo tienen un lugar donde llegar y recibir un abrazo, una palabra de aliento, sino que desde el 2006 se han empeñado en ofrecerles la posibilidad de tener una casa.

Son cerca de 1.800 familias y más de 6.000 huérfanos los que atiende la Fundación, y con el programa que financia Compartir Navarra, la Fundación Compartir y el aporte de Viva, 214 mujeres, que se quedaron solas con sus hijos a la deriva, podrán tener una vivienda.

En el sector de La Lucila, en Turbo, se está en la entrega de 42 nuevas y 18 en sitio propio, de las 108 que contempla el proyecto.

Para Vilma Tapias Guzmán, coordinadora del programa de vivienda de la Fundación, este es un alivio frente al dolor que les ha tocado padecer.

"En Turbo ha sido más fácil la construcción de vivienda nueva porque existe un banco de tierras", advierte Tapias.

Para Diana Tirado Hernández, beneficiaria de vivienda en sitio propio, esto ha sido una bendición de Dios.

Esta mujer, que cuando llegó al grupo de las viudas odiaba que le dijeran: "vas a salir adelante", hoy no sólo tiene casa, sino empleo. Ella es la coordinadora del centro infantil de Compartir en Turbo y después de luchar contra la adversidad siente que hoy la vida le sonríe, aunque él no esté.

A Diana no se le borrará de la mente el 18 de septiembre de 1995, cuando tuvo que cargar a lomo de mula el cuerpo de su esposo, Wilson de Jesús Arrieta Hernández, y el de sus dos cuñados Dinio José y Nefer Tadeo, y enterrarlos en la vereda Toribio, del corregimiento de Pueblo Bello. Pero hoy sabe que hace parte de un pequeño grupo que tiene un lugar donde vivir y que fue cierta la frase: "vas a salir adelante".

Nilsa Vidal, una de las primeras beneficiarias de estas viviendas, tener casa con baño, sala-comedor, cocina, dos habitaciones y un patio para construir, no se lo imaginó, mucho menos que también pudiera rehacer su vida y contemplar ahora entre sus brazos el fruto de su nuevo amor.

"Ahora estamos organizando un comité de vecinos", cuenta la mujer, mientras se santigua y reitera, "gracias a Dios tengo casa para mis cuatro hijos".

Otras 39 viviendas se levantan en La Lucila y serán habitadas por otras mujeres con historias de violencia que las privaron no solo de la presencia de sus seres queridos sino de un lugar donde vivir. Por eso si va por Turbo y ve las casas, recuerde en allí hay muchas historias de violencia pero también que con ayuda es posible calmar el dolor.