Histórico

Catalina por fin vive el Pony

LA DELANTERA DE la Selección Colombia es asistente en el torneo femenino. Cuando era niña no la dejaron jugar en el de varones.

09 de enero de 2011

Cuando era niña, a María Catalina Usme Pineda no la dejaron jugar el Pony por una simple razón: era mujer. "Yo jugaba en el equipo de hombres de Marinilla, era la única mujer, y no me dejaron jugar, porque el reglamento no lo permitía". Hoy cobra una pequeña revancha desde el banco.

Catalina es una de las delanteras de la Selección Colombia femenina, en la categoría absoluta, pero hoy hace sus pinos como entrenadora de El Poderoso, equipo de la escuela del DIM en el torneo de fútbol femenino del Pony.

"Es algo muy bravo, muy difícil estar por fuera de la cancha más para mí que todavía estoy activa y joven", sostiene Catalina, quien es la asistente de su hermano Carlos Andrés en el elenco rojo que, en la primera fecha, goleó por 4-0 a Vegas de Bello, en el arranque del torneo de damitas que se hace en la cancha Marte Uno.

Su proceso, como el de las 14 niñas que la acompañan, comenzó en noviembre cuando se hizo la convocatoria. Llegaron jugadoras de todos los rincones para estar en la escuela y participar en el Ponyfútbol.

"Fue muy difícil, aunque te das cuenta que hay talentos. Llevamos este par de meses trabajando fuerte y esperamos que se pueda dar el buen juego", explica Andrés, el hermano, quien hace las veces de entrenador del equipo de niñas menores de 13 años.

Para Usme Pineda la experiencia es nueva. Pese a que lleva un año con la escuela de mujeres del DIM, en el Pony tiene su primera experiencia en el banco en un torneo oficial.

"Es mejor estar en la cancha, definitivamente. Afuera se sufre mucho, te dan ganas como de entrar y cabecear, de hacer los goles. pero cuando la victoria llega es muy satisfactorio", anota Catalina, quien hizo parte de la Selección criolla que logró el tiquete al Mundial de Alemania de mayores, así como el cupo para los Juegos Olímpicos de Londres en 2012.

Y aunque tiene cara de niña, y hasta irradia ternura, es fregada en el banco. Manotea, grita, ordena, se hace sentir. "Es muy bueno, porque sabe mucho, te enseña, te aconseja. Eso sí, no hay que sacarle la rabia, porque se pone regañona... Es muy brava", dice la capitana del equipo, Sofía Múnera.

Hoy, Cata prefiere borrar el recuerdo del Pony en el que no la dejaron jugar -por allá en el 2001-, con el de las victorias de sus dirigidas. "Uno se apega mucho a ellas, a enseñarles, a estar con ellas", dice, ya en el banco.