Histórico

¡CIEGO, SORDO Y MUDO!

07 de junio de 2013

No hay peor sordo que el que no quiere oír ni peor ciego que el que no quiere ver. Este dicho popular se le puede aplicar al Presidente Santos.

Al señor Santos le pasó con los de Venezuela aquello que Hebert Castro volvió una frase del día a día: "Se le dijo, se le advirtió, se pasó la advertencia por la faja y ¿de qué le sirvió todo eso?".

Estamos ad portas de lo que quiso evitar con sus formas melifluas y mentirosas de manejar unas relaciones que desde hace rato están descompuestas. Lo que logró fue un aplazamiento temporal de un enfrentamiento de gobiernos antagónicos.

El Presidente Uribe lo evidenció desde siempre y actuó en concordancia con ello, originando así el rechazo de personajes del talante de Chamberlain que con su falta de carácter y su política de apaciguamiento creyó que cediendo en todo a Hitler evitaría la debacle de la Segunda Guerra Mundial.

Cualquier similitud con lo que ahora tenemos en Colombia no es coincidencia.

Históricamente, nuestra frontera con Venezuela ha mantenido la incertidumbre sobre el diario vivir, pues depende, en grado sumo, del humor del mandatario de turno para mantener o no un estado de progreso y de fluidez en la vida de todos los habitantes de ambas naciones. Hace rato dependen del precio de la gasolina y de muchos otros factores que no están en manos del gobierno colombiano controlar.

El actual presidente de Colombia, mas no de los colombianos, puesto que muchos de nosotros no vemos en él un personaje que nos represente, le dio por normalizar unas relaciones innormalizables. No hay materia prima del otro lado para que esto se cumpla y, en aras de pasar a la historia como el gran diplomático se acomodó a las exigencias del anterior dictador, que mal que bien, tenía el carisma para que muchos de sus gobernados le creyeran y apoyaran sus delirios.

Maduro está en problemas. Además de su falta de carisma, tiene una incapacidad total en aspectos sustanciales para gobernar un pueblo.

La ignorancia supina, el escaso desarrollo intelectual y moral, la poca autoestima debido al convencimiento de su real incompetencia, lo hacen un ser peligroso, con un alto riesgo de actuar motivado por las presiones de quienes consideran ciertas esas afirmaciones del complot que desde Bogotá se está fraguando para desestabilizar a ese país.

Y el de aquí, rompiendo su mutismo, balbucea unas declaraciones negando la existencia de ese complot. Lo grave es la escasa credibilidad de quien lo dice, ya que sus acciones y comportamientos dejan un sabor amargo.

El señor Santos sabía de esto desde cuando fue ministro, pero por hacer bonito, hizo feo.

Y por su afán desmedido de reconocimiento nacional e internacional, confió en un ignorante con poder el futuro de unas tertulias, en donde se trata de definir, con poca profundidad, el futuro de una nación como Colombia. Ciego, sordo y en silencio ante las embestidas verbales de unos energúmenos.

¡Qué desastre….