Histórico

Clima de tragedia en Oklahoma

El devastador tornado que golpeó la población de Moore, y deja al menos 24 muertos, tuvo la fuerza de un huracán de categoría cinco. Una demostración más de los efectos del cambio climático.

21 de mayo de 2013

La devastación que dejó un tornado a su paso por Oklahoma, Estados Unidos, con por lo menos 24 víctimas fatales, ha sido la peor de los últimos años, pero pocos garantizan que no se repita otra de mayores dimensiones en otros estados.

Los tornados en Estados Unidos no son fenómenos nuevos, pero sí se vuelven cada vez más destructivos e impredecibles.

El de Oklahoma, por ejemplo, cambió de trayectoria con frecuencia y su potencia, equivalente a un huracán de categoría cinco (potencialmente mortal), sólo pudo medirse después de que pasó arrasando con todo por los condados de Cleveland, Lincoln, McClain, Oklahoma y Pottawatomie, donde el Presidente Barack Obama declaró ayer la zona como de desastre.

Las imágenes que llegan a medida que se exploran las áreas afectadas no admiten otra calificación. Las explicaciones meteorológicas tampoco.

Desde hace poco más de un lustro, los expertos del Centro Nacional de Huracanes de Miami vienen estudiando el comportamiento de muchos de los fenómenos climáticos que afectan no sólo a Estados Unidos, sino a otros países de la región, para confirmar lo que ya no admite discusiones: que estamos frente a una manifestación más del cambio climático.

La presencia de tornados como los de Oklahoma y Misuri, huracanes como el de Katrina y Sandy, comprueba la virulencia con la que el planeta está respondiendo al depredador paso del hombre por la tierra.

Nada más ayer, científicos de la Universidad de Oxford en Gran Bretaña advertían del peligro de seguir ignorando o despreciando los efectos del cambio climático, tal como lo vienen haciendo sectores escépticos, pero con mucha influencia en círculos de poder.

El dictamen meteorológico del equipo de investigadores de Oxford es contundente y debería sacudirnos del letargo en que estamos: el aumento de la temperatura del planeta "se situará 4 grados por encima de la registrada antes de la Revolución Industrial si se toma en cuenta el crecimiento de los últimos diez años, es decir, dos grados más de los que garantizarían estabilidad climática al planeta".

El propio Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, puso en el centro de su quehacer político, en su segundo mandato, una amplia agenda de discusión y puesta en marcha de políticas ambientales y de energías limpias para enfrentar el problema. Los daños en Oklahoma sí que le dan la razón.

No hay que esperar más para comprobarlo. Es urgente trabajar mancomunadamente en la solución. Los acuerdos sobre el cambio climático, que no se han podido aprobar, por el fracaso de las últimas cumbres, no permiten más dilaciones.

Sería suficiente recordar que los años de mayor aumento en la temperatura planetaria se dieron en los últimos 10 años, desde que se comenzaron a medir los efectos de fenómenos climáticos como La Niña (lluvias) y El Niño (sequías).

Los dramáticos testimonios de los sobrevivientes del tornado en Oklahoma no distan mucho de los que entregaron los afectados por Katrina, porque pese a las diferencias entre un huracán y un tornado, todos coinciden en asegurar que lo vivido era "como si el mundo se fuera a acabar".

Y puede que no se vaya a acabar, por ahora. Pero sí dependerá de lo que se haga de inmediato para evitar que ese día llegue. Con tornados o con huracanes. Con lluvias e inundaciones, con calor y sequías.