Colombia de eternos contrastes
Colombia, una laguna de desaciertos y, a la vez, de magníficos hechos históricos; el perfecto maquillaje y la finura de personajes históricos de una engrandecida obra de arte, pero que en el fondo demuestran nuestra picardía y alto valor para pisotear al otro y dejarlo entrever por la sociedad con un alto margen de extremista y blasfemo pusilánime.
Pero claro, cómo no ser así, si el extranjero lo aplaude y lo ve con atención y deleite, y el colombiano lo sufre desde adentro.
Colombia, un país que amanece irrumpido por grandes contrastes sociales, que dejan destapar nuestra cruda y feroz madre de los problemas de nuestro país, ligados tanto a las grandes desigualdades sociales como a la falta de cultura y educación.
Y como no decirlo si estamos ante un país en donde los unos están siendo llamados a manipular los medios, manejar grandes monopolios económicos y a la vez potenciar el desarrollo urbanístico y empresarial; y otros condenados a la miseria y, por lo pronto, a la extinción.
En todo caso, ese es nuestro país.
Podrá ser que hace 200 años nos independizamos formalmente y "protocolariamente" de los españoles batallando tierra firme; pero es claro que seguimos siendo esclavos, tal vez no como los pueblos antiguos, o tal vez como lo vivieron los negros en nuestras tierras, pero hoy por hoy es tal el grado de sometimiento y de servidumbre, miedo y sufrimiento que vivimos, que les tenemos que hacer venia a los mismos funcionarios del Estado.
Ese es nuestro país, 200 años de grandes sufrimientos, contrastes socioculturales y muchos problemas, pero lo único que nos ha sostenido como colombianos es nuestra calidad humana, las esperanzas que se forjan cada 4 años y nuestra malicia que como humanos tenemos para hacer las cosas.
El día en que como país luchemos y demos la batalla abiertamente contra esos pocos que nos tienen sometidos y que han hecho de nuestra historia un completo fracaso y frustración y construyamos un verdadero ideal, seremos un país abierto al mundo con un futuro prometedor y, lo mejor, una olla interna que hierve a fuego lento con muchos sueños e ilusiones por cumplir y que nuestra misma historia lo ha frustrado tanto y lo ha echado por la borda.
Pero 200 años no pueden superar el futuro de un mejor porvenir que de seguro no tardará y llegará de manos no solamente de un líder, sino de todos como pueblo y como nación colombiana.