Histórico

Cómo enfrentar la muerte

10 de febrero de 2009

Recientemente, dos queridas amigas perdieron a sus maridos. La una, en pocos minutos, a causa de un infarto fulminante; la otra, después de un año de batallar contra cáncer en el cerebro. Eran matrimonios que ya habían cumplido las cuatro décadas y en los cuales existía un gran compañerismo y, seguramente, mucho amor.

La reacción de ambas mujeres ha sido completamente diferente. Una de ellas se ha sumido en el más profundo dolor, no permitió que nadie, a excepción de su familia más cercana, la acompañara al entierro; no encuentra consuelo, ni acepta que nadie intente dárselo, no ve cómo podrá vivir sin su marido. La otra, quizá tratando de ignorar su pérdida, ha continuado con su vida social, sus viajes, sus obligaciones; parecería estar en un estado de negación de lo ocurrido.

¿Cuál de ellas estará realmente más golpeada por su inmensa pérdida? ¿Cuál logrará superar mejor su dolor? ¿Quién puede juzgar cómo se debe llevar un luto? Lo único cierto es que son muy pocas las personas que están preparadas para la muerte de un ser querido, quizá, nadie lo esté realmente.

La mayoría de personas tendremos que enfrentar la muerte de alguien muy cercano en el término de nuestras vidas. Casi todos viviremos el fallecimiento de nuestros padres o quizá el de un hermano, cónyuge, amigo del alma o, aun, algo que es casi una aberración, la muerte de uno o varios de los hijos; sin embargo, la sociedad en que vivimos no nos prepara para ello. Desde niños, en el hogar y el colegio nos enseñan a conocer y superar toda clase de situaciones, aun sobre temas que antes no se tocaban como la sexualidad, el homosexualismo y la reproducción, pero no existe educación sobre la muerte.

La muerte es un tema tabú, aun, en esta época en la cual tantos tabús han caído. Poco o nada se habla de ella. Siendo lo único que todos tenemos asegurado, absurdamente se pretende ignorarla.

Antes, la función de prepararnos para nuestro fin y el de los que amamos, recaía en la Iglesia. En clase de religión hablábamos de que la muerte era solo el comienzo de la Vida Eterna. Analizábamos cómo el alma se liberaba del cuerpo y partía hacia el encuentro con su Creador. Hoy, en un mundo cada vez más descreído, no hay quien nos hable del tema. Hoy la mayoría acude a sicólogos y siquiatras, quienes consuelan a sus pacientes con técnicas de aceptación y pastillas antidepresivas.

Sería más sano hablar más de la muerte, con nuestros padres, familiares, amigos e hijos, como un tema normal y corriente, no como algo macabro, de lo que no se habla. ¿Por qué no establecer clases sobre la muerte en los colegios? Finalmente, la muerte es nuestro destino seguro.