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Comprad y comed todos de él

La Semana Santa es el agosto de los vendedores de pescado, pero ya no es la subienda de ventas de otros tiempos, cuando se sostenían, prácticamente, todo el año con las vigilias de siete semanas de tradición católica.

31 de marzo de 2012

La Semana Santa es el agosto de los vendedores de pescado, pero ya no es la subienda de ventas de otros tiempos, cuando se sostenían, prácticamente, todo el año con las vigilias de siete semanas de tradición católica.

Ahora, la pesca milagrosa de clientes se ha extendido a otras épocas del año, con el creciente consumo de pescado, pero que sigue siendo bajo respecto a otros países.

Hoy, en Colombia una persona consume 6,5 kilos de pescado cada año, la tercera parte del promedio mundial y en niveles de países como Bolivia, que no tiene mar. Nada que ver con los 60 kilos que se come un chino o los 40 kilos de un español o los 30 kilos de un peruano.

Y eso que nuestro país tiene en áreas marinas sobre el Pacífico y el Caribe un poco menos de los 1,13 millones de kilómetros cuadrados de territorio terrestre. Sin contar los grandes ríos que atraviesan al país y en otro tiempo suplían la demanda nacional, pero donde la pesca indiscriminada ha hecho de las suyas.

Entonces, ¿de dónde están llegando las cerca de 400 toneladas que se come Medellín cada mes, según cálculos de distribuidores mayoristas?

"De muchas partes, pero ya se ve más de afuera que de Colombia. El basa, el que traen de Asia, es lo que se vende ventiao junto a la tilapia", responde Yeison Pérez , mientras quita con agilidad pasmosa las escamas a un pargo, junto a la vitrina de 'El Pez que fuma', una pesquera de La Minorista.

El basa es una especie de bagre que se cultiva de forma intensiva en estanques que se extienden por kilómetros en el río Mekong (Vietnam) con una producción que supera las 30.000 toneladas al año.

En Medellín abunda desde hace cinco años en los supermercados y las plazas. Viene en filetes y empacado. Su precio no logra compensar los 30 días que tuvo que viajar en barco para atravesar el Pacífico, los cinco días de nacionalización y dos días de viaje de Buenaventura a Medellín: solo 9.000 pesos, el kilo.

"Es un pescado sin espinas, carne blanca, buen sabor, muy buena presentación. Por eso no faltan los restaurantes que lo camuflan como róbalo, les vale la mitad. Ahí pierde el cliente y pierde uno", cuenta Ignacio Herrera Atehortúa, patrón de Yeison y avezado pesquero con 25 años de lidiar entre comida de mar, río y estanque.

A él no lo engañan con el cuento de que el basa es róbalo, pero a muchos sí. Quienes abusan del sabor similar sí hacen negocio redondo: compran una caja con 30 filetes que les valen 80.000 pesos en La Mayorista, cada porción les vale 2.600 pesos y lo venden a 25.000 pesos por plato.

Para tener una idea de la magnitud de lo que se vende en este pescado vietnamita, basta decir que la importadora y distribuidora El Amazonas, una de las más grandes proveedoras de la ciudad, aspira a vender en solo la Semana Mayor un contenedor entero de 25 toneladas que recibió el viernes pasado.

Y es que los pescados foráneos ganan espacio en los comedores de Medellín. Desde los camarones del Ecuador que un camión trae en cuatro días, la merluza que viaja desde las costas peruanas hasta Buenaventura, el bocachico argentino que llega por Barranquilla, y el exquisito salmón que viene desde Chile.

"El consumidor cada vez es más exigente, pide variedad, presentación, facilidad de preparar, y eso lo dan en buena parte el pescado y los mariscos importados, porque lo que produce Colombia no atiende toda la demanda o no trae valor agregado", explica Edwin Sierra , gerente de la distribuidora El Amazonas, quien heredó el negocio familiar desde hace 12 años.

De hecho, cifras de la Asociación Productora y Comercializadora de Productos Pesqueros (Apropesca), indican que el país produce 170.000 toneladas de pescados y mariscos, de las que exporta el 40 por ciento y se importan otras 140.000 toneladas.

Pero eso no ha quitado espacio a la tradicional tilapia roja como la mayor oferta nacional, aunque ahora compite con la que llega desde China.

De eso sabe Nancy Tobón Giraldo, de la Pesquera Mejía, que es una de las 14 mayoristas en el Centro del Pescado y la Cosecha, en el sector de San Benito, en el centro de Medellín.

En esta temporada alta, cuenta Nancy, se vende 15 toneladas mensuales de tilapia proveniente de la represa de Betania (Huila) y de estanques en sus alrededores.

Sus clientes diarios van desde minimercados, pesqueros de La Minorista, hasta más de 500 'tarreros', como se llama a los vendedores callejeros, muchos de ellos desplazados del campo, que deambulan por los barrios populares de Medellín con canecas donde el hielo y el pescado compiten por el mismo espacio. "Cada semana llegan uno o dos viajes de tilapia que se gastan 12 horas de viaje, eso sí, si no hay problemas en la carretera, muchas veces eso retrasa la llegada y es donde los sobrecostos pasan factura", comenta Nancy, mientras sigue con sus cuentas.

A unos pasos de allí, Óscar Daniel Yepes Quintero , un joven que ha vivido 14 años de vender pescado, clava el afilado cuchillo en la cabeza de un bagre sacado el día anterior del río Nechí (Bajo Cauca antioqueño). Hace una pausa, levanta la cabeza y sentencia: "No le busque más, acá puede que traigan mucha mercancía de otras partes, pero nada compite con el sabor de un pescado fresco".