Histórico

Con Coraje, brota vida
de Barrio Triste

20 de agosto de 2009

Otro gallo cantaría en Barrio Triste si no existiera la Fundación Coraje, que incluso motivó que al sector no lo llamaran más así, sino que pasara a denominarse El Sagrado Corazón de Jesús.

Hace veinte años, esta zona del Centro de Medellín, entre las calles San Juan y Colombia y las avenidas del Ferrocarril y del Río, era tan invivible, que a los alcaldes de entonces no les faltó ganas de acabarlo, de mandar a la porra a sus comerciantes pese a la larga historia que tenían como vendedores de autopartes y en talleres.

"La inseguridad era campante, había ya bandas que imponían su ley, se lo habían tomado", lo que motivó a un grupo de comerciantes a formar un comité de seguridad, que incluso le dio a la Policía cuatro motos para que empezara a combatir a la delincuencia, narra la actual directora ejecutiva de la fundación, Luz Estela Zea Toro, que sucedió en el cargo a Sonia Vásquez, la primera directiva de Coraje y quien le dio realce a la fundación.

Fue tan bueno el resultado del comité, que las bandas fueron desterradas por la autoridad y los comerciantes pensaron en algo más grande. Así nació la Fundación Coraje, que mediante cuotas periódicas aportadas en ese entonces por 100 empresarios y hoy día por 300, aseguró permanencia en el tiempo, con una labor que se refleja en obras sociales, ambientales y de integración.

Muchos recuerdos
Además de librar una dura batalla legal para que el sector no fuera desocupado y perdiera su vocación comercial, como lo pretendía la Alcaldía a inicios de los 90 apoyada en un acuerdo del Concejo, Coraje también le ha cambiado la cara a la zona.

"El espacio público era un caos, se contaminaba mucho el medio ambiente con basuras y aceite quemado, no había iluminación y los mismos empresarios donaron las primeras lámparas para que EPM las instalara, fuimos ganando un espacio, un respeto", añade Luz Estela.

En Barrio Triste se combinaron dos sectores: el informal, de mecánicos y obreros callejeros, y el formal, de almacenes, ferreterías y talleres. Fuerzas nada fáciles de conciliar o motivar al cambio. Pero con tacto, mucho diálogo y comprensión, se logró, aunque algunos procesos se han truncado.

Héctor Álvarez, de Ferretería Álvarez, fundador, recuerda que el sector era crítico, caótico, y la única tabla de salvación era el comité.

"Tuvimos que ponernos de acuerdo muchas personas para no dejarnos sacar, aportar plata, lo hicimos y aquí estamos. Por acá no se podía entrar, pero ahora la gente viene tranquila y no le pasa nada", anota.

José David Londoño, alias 'El Diablo', mecánico de calle y afiliado a una de las cooperativas de informales que sobrevive de dos que creó Coraje, está allí hace 46 años y reconoce la incidencia de la fundación.

"Ha sido un trabajo bueno, nos han apoyado, no es fácil poner a la gente de acuerdo, pero estamos carnetizados, tenemos más cultura, más solidaridad".

Anoche, con presencia del alcalde, Alonso Salazar, se celebraron los 20 años de vida de Coraje. Un gran motivo, pero vienen retos, como consolidar el Plan de Renovación Urbana, agrandar la ludoteca infantil y ensanchar proyección social. Todo eso está en marcha...