Histórico

Con papa de La Unión no se lleva del bulto

EN UN BODEGÓN amplio y fresco se almacena y comercia lo mejor de las cosechas de papa de las veredas del Oriente. El producto es de calidad y lo apetecen los mercados de Medellín y de la Costa.

04 de abril de 2011

El olor a tierra fresca que expele esa inmensa bodega con una suerte de techo en cúpula, como de capilla, anuncia que adentro se acumula una cosecha generosa con asedio citadino.

Al ingresar, el olor se acentúa, el escenario se nota más inmenso y se aprecian arrumes ordenados de bultos, cuyo contenido da visos color púrpura.

Entre los espacios de los arrumes se abren campo los coteros que cargan con afán los pocos camiones que esperan el alimento para llevarlo a los mercados de Medellín y de la Costa Atlántica.

Es domingo en la mañana, pero el furor no es comparable con los sábados, cuando el Centro de Acopio de la Papa, de La Unión, no da abasto con la demanda.

En esa extensión está lo mejor de las cosechas de los sembrados de Las Teresas, San Juan, Miguel Abajo, La Madera y Mazorcal, veredas casi del entorno del acopio papero.

Los labriegos las llevan en sus tractores ruidosos y las negocian con los intermediarios, quienes las "desaparecen" en camiones madrugadores.

¿Pero qué atrae de ese extenso bodegón que huele a finca? La coordinadora del lugar, Patricia Patiño Mejía, se despacha en elogiar ventajas.

Lo primero, la papa es más fresca, porque está recién cosechada, se puede exigir mejor calidad y hay mucha variedad que permite regatear precio.

Ahí están servidas la Capira (que consideran la mejor), la Puracé, la R-12, la Roja Peruana, la Nevada y la criolla, la más pequeña.

Qué tiene que gusta tanto
Algún encanto debe tener el producto del Oriente, cuando cada semana salen camiones para la Costa Atlántica, en especial a Santa Marta, Cartagena y Barranquilla. Lo reclaman mucho, admite de Montería y Tierralta (Córdoba) y, desde luego, Medellín y municipios del Aburrá.

En Cundinamarca y el sur, la competencia es con "la pastusa y la bogotana", pero algo llevan de acá.

Y tras los estragos del invierno en los cultivos al terminar el año, ¿acaso por estos días hay buena papa?

Un bodeguero de varias décadas, Carlos Pavas, está convencido de que hay buena producción.

Se apoya en cifras, porque, afirma, hace un mes entraban de 1.500 a 2.000 bultos por semana.

Ahora -contrasta- pueden llegar de 5.000 a 6.000 bultos semanales, que se consideran "buena oferta".

Con los precios las cosas también han cambiado, pues el bulto alcanzó un valor de 60.000 pesos en enero, "cuando escaseó".

"Hoy la Capira se puede comprar entre 45.000 y 50.000 pesos", dice Pavas, mientras que la menuda papa criolla se consigue a 40.000 pesos.

Esa seducción por el precio y buen producto permite que, en promedio, unos 160 coteros tengan que ir y venir por el laberinto para poner sobre ruedas la cosecha.

En los espacios que dejan los bultos se aprecian grupos de coteros y negociantes inclinados, en una tarea rigurosa de selección del producto, de costales a canastos.

Son los clientes mayoristas que sólo aceptan máxima calidad. "Piden que se saque la del medio, que es más regular y delgada, y que quede la más extra", cuenta el vendedor Jorge Humberto García.

En la calma de la jornada, coteros, bodeguero y vendedor, creen que en domingo tendría que haber presencia de turistas compradores, dada la proximidad con Medellín y con los mismos vecinos del Oriente: a sólo 15 kilómetros de La Ceja.

Pavas los convoca con la certeza de que un bulto de papa a 45.000 pesos es muy barato. "En realidad, al costal le echan 62 kilos, y así el kilo sale a 700 pesos", comenta.

Patricia, la coordinadora, cree que les iría mejor si fueran a la cooperativa, que funciona en el mismo acopio, donde no tienen intermediario y se puede comprar de un kilo en adelante.

Lo más probable es que salgan con más kilos y qué mejor en domingo, cuando el olor a tierra mojada no se confunda con el de la combustión de camiones y tractores.