El conflicto no deja descansar en Chocó
Dos frentes guerrilleros desaparecidos, más de 70 desmovilizados, y varias decenas más entre capturados y muertos en combates durante 2008, hacen pensar que Chocó es hoy un departamento donde la Fuerza Pública le gana espacio a los grupos armados ilegales.
Sin embargo, la posición estratégica de esta región, ubicada en el noroccidente del país, hace que no sea fácil la tarea de las Fuerzas Militares y de la Policía para frenar a las guerrillas del Eln y las Farc, y a las bandas emergentes.
La espesa selva -en especial la del Darién que limita con Panamá-, ríos como el Atrato, San Juan, Baudó, Truandó y otros afluentes menores, y las costas sobre los océanos Atlántico y Pacífico, convierten a este departamento en una zona clave para sacar cocaína e ingresar armas.
La organizaciones armadas ilegales no se quedan solo en la disputa por los corredores clave para este tráfico, sino que en la mayoría de los casos afectan a buena parte de los habitantes con sus acciones.
Asesinatos selectivos o indiscriminados, reclutamiento forzado de jóvenes -muchos de ellos menores- desplazamiento individual o colectivo, así como la instalación de minas antipersonal y el robo de propiedades, son algunos de los males sufridos por muchos de los civiles de Chocó a manos de los actores del conflicto armado y de la guerra que libran narcotraficantes por el control de rutas y mercados.
Los avances
El año pasado en Chocó desaparecieron dos frentes guerrilleros, lo cual sacó de la guerra a 53 combatientes.
El 21 de agosto de 2008, los 36 miembros del Ejército Revolucionario Guevarista (Erg) depusieron sus armas en la vereda Guaduas, de Carmen de Atrato, al suroriente de Chocó.
La otra desmovilización colectiva se registró en Las Ánimas, cuenca del río Baudó, donde 17 miembros del frente Resistencia Cimarrón, del Eln, dejaron las armas.
Además, la ofensiva militar en el sur del departamento llevó a deserciones individuales del frente Aurelio Rodríguez de las Farc, que también hace presencia en los departamentos de Caldas y, en menor medida, en el suroeste de Antioquia.
A raíz también de la presión militar se desmovilizaron de manera individual guerrilleros del frente 34 de las Farc, el cual actúa entre el oriente de Chocó y el Suroeste antioqueño, en la margen oriental del Atrato.
Las acciones militares sobre los ilegales en Chocó están a cargo de la Brigada XV, que tiene jurisdicción sobre casi todo el departamento, así como de las brigadas IV (suroccidente), VIII (sur) y XVII (partes del Urabá chocoano y bajo Atrato).
A estas unidades militares se suman las de la Armada Nacional, que con las fuerzas Naval del Pacífico y del Atlántico, y la Infantería de Marina, mantiene control sobre mares y ríos de la región.
Además, se debe destacar que la Policía Nacional hace presencia en todos los municipios del departamento, en la mayoría de los cuales hay grupos especializados en contraguerrilla y antinarcóticos.
Pero este gran despliegue de la Fuerza Pública no hace desistir a los grupos armados ilegales en sus propósitos.
Habitantes de Carmen de Atrato sostienen que, tras la desmovilización del Erg, a la zona intentan llegar miembros de las Águilas Negras -nueva generación de paramilitares para algunos y bandas criminales para otros- y del frente 34 de las Farc, que aparece en ocasiones por la trocha, como denominan allí a la carretera entre El Siete y Quibdó, donde con frecuencia son asaltados camiones con víveres.
Y la pugna entre los ilegales por el control de las vías fluviales es muy fuerte, lo cual produjo desplazamientos masivos e individuales el pasado año, en especial en la cuenca del río San Juan, de donde salieron cientos de personas hacia el municipio de Istmina.
Esta situación se presenta porque, aunque la cantidad de la Fuerza Pública es elevada, para los uniformados es imposible ubicarse de modo permanente en carreteras y ríos y, en los momentos en que no está, guerrillas, bandas emergentes y narcotraficantes aprovechan para sacar o ingresar sus cargas.