Danza del gol compensa el fútbol
Muchos futbolistas colombianos son mejores en las pistas de baile que en la cancha. Si no lo cree, repase las coreografías que estos montan en los partidos del torneo de la Dimayor para celebrar los goles con pasos de salsa, chachachá, champeta y otras expresiones que le dan un valor agregado al espectáculo. Sin embargo, ya les pusieron el tate quieto.
Los jugadores que las inicien y lideren quedarán expuestos a recibir amonestaciones e, inclusive, a ser expulsados. Cuando Víctor Cortés le hizo el segundo gol al América en el estadio Pascual Guerrero se fue a un costado de la cancha, levantó sus brazos hacia el cielo y luego sus compañeros lo rodearon y se pusieron de rodillas para recibir el "bautizo" del popular Curro, quien simuló que les echaba agua en sus cabezas.
Tardó tanto la escena que el árbitro Óscar Julián Ruiz le mostró la tarjeta amarilla. "Se tiró en la fiesta", alcanzó a decir un aficionado.
Cuando los goles del conjunto escarlata los marcan Luis Tejada, Paulo César Arango y Adrián Ramos, se arma la rumba en la pista atlética del Pascual Guerrero. Hasta participan las bastoneras del club, al ritmo de la salsa caleña.
En Equidad Seguros, que tiene la mayor variedad de estilos para hacerle honor al gol, entre ellos el simulacro de un desfile de soldados; Huila, Junior, Medellín, Cali, Chicó, Quindío y los otros equipos, además de las largas horas de entrenamientos, también hay tiempo para preparar los festejos. Lo hacen "en el camerino, en la concentración o mientras viajamos en el bus para el estadio", cuenta Diego Álvarez, del DIM.
Otros son más espontáneos como Iván Velásquez, hoy en día vinculado al Quindío, quizás uno de los pioneros y quien puso de moda el ritmo de la champeta. Y quién no mantiene viva la imagen del Fantástico Ballesteros que, pegado a los banderines del tiro de esquina, le rinde honor al gol en el Envigado.
Temor de los artistas
Champeta Velásquez está preocupado. Aunque no conoce a fondo la circular de la Dimayor, asegura que con esa medida "se le quita la alegría al fútbol" y les recuerda a los dirigentes que lo máximo en este deporte es el gol, y privarlos de la oportunidad de compartir con el equipo y con los aficionados, "no es lo ideal".
El artillero de los cuyabros, quien define su estilo como algo auténtico, analiza ahora hasta qué punto podrá desfogar sus emociones para no recibir castigos. Y formula como solución para que no les quiten este derecho, reponer el tiempo. "En esas celebraciones se gastan uno o dos minutos, pues que lo adicionen al final como lo hacen con otras acciones que son menos importantes y que tardan mucho tiempo".
Eso de bailar, correr por la cancha sin rumbo y encontrarse en un sitio para armar la coreografía "es parte de la alegrías del fútbol", anota Diegol, el ídolo del Poderoso.
"El fútbol es de goles y cuando uno los hace hay que vibrar y sentirlos, darles su verdadero significado".
Para Mario Bedoya, secretario de la Comisión de Árbitros de la Dimayor, la restricción a las celebraciones prolongadas siempre ha existido por parte de la Fifa. "Claro que están permitidas y hace parte del espectáculo, pero las exageraciones que conduzcan a la pérdida del tiempo deben ser consideradas por el árbitro".
Tan fusionados están el fútbol con el baile, que no se sabe quién es mejor jugando o quién es mejor bailando, porque, como lo señala el técnico y analista de fútbol, Hugo Gallego, algunos como futbolistas son excelentes bailarines y otros como bailarines son excelentes futbolistas. La única verdad, dice, es que ahora se baila más aunque no se juegue mejor.
" Los futbolistas colombianos, tan amigos de las fiestas, han sacado al bailarín que llevan por dentro convirtiendo los estadios de fútbol en sitios para bailar. No es que bailar sea malo, lo malo es que el fútbol colombiano soñando con tener mejores futbolistas jugando, ahora está siendo conocido porque sus futbolistas son mejores bailando".
Así las cosas, para que los goleadores puedan agregarle un número más a su show en cada jornada, deberán moderarse. Solo que estarán bajo el rigor de los árbitros que también son susceptibles de contagiarse de las "simpáticas" coreografías.