Histórico

Derrumbes: la vida de los Restrepo

20 de diciembre de 2008

Uno se la juega con que este año le tocó limpiar más de 5.000 derrumbes de las vías de Antioquia, y el otro tuvo que dedicar casi seis meses a despejar el más lucido y descomunal de la temporada.

Ambos son ingenieros y de apellido Restrepo y, como nunca en sus vidas de funcionarios, conjugaron la palabra derrumbe, que tuvo sinónimos en emergencia, disgustos de la comunidad y sacrificios personales.

Mauricio, en la Secretaría de Infraestructura de Antioquia, y Juan Manuel, en la Dirección Regional del Invías, no tuvieron sosiego este 2008 porque las noches de aguaceros se traducían en pesadillas en los amaneceres, cuando los despertaban las voces de los alcaldes.

De tantos años en el sector oficial, como secretario de Obras en Medellín y Antioquia, aún como gerente de EPM, Mauricio Restrepo cuenta que "jamás había vivido una situación tan compleja" como la de 2008.

"Recibí llamadas a las 2:00 de la madrugada de alcaldes que reportaban emergencias", dice.

El 27 de mayo tuvo una de sus peores levantadas, cuando Medellín amaneció aislado al cerrarse todas las troncales nacionales y muchas secundarias, que lo obligó a priorizar con su colega, Juan Manuel, la atención del bloqueo terrestre.

Pero en algunas rutinas de esta temporada invernal, en especial de domingos a lunes, cuando hay menos maquinaria, le tocó empezar semana con 15 vías intermunicipales cerradas.

Atrancado en Jericó
Para los Restrepo no hay puentes ni festivos. "Nos toca al contrario de la gente, mientras todos descansan nosotros trabajamos", observa Juan Manuel.

Mauricio lo padeció cuando en un puente salió con su familia a revisar vías en el Suroeste y quedó atrancado en un derrumbe en Jericó. "Me tocó dejar a la señora y los dos hijos en el carro y coordinar en el sitio la operación de despeje. Eso tardó más de seis horas mientras llegaba la maquinaria a limpiar", cuenta.

Para evitar esos contratiempos, Juan Manuel prefiere quedarse en casa, aunque, dice, "hasta me sacan de misa los ingenieros, porque el derrumbe no escoge horario".

Unos de los días más duros los pasó en octubre cuando en la vía Santa Fe de Antioquia-Cañasgordas cayeron 30 derrumbes en roca y las astillas de piedra estallaron las llantas de los cargadores, lo que retrasó la operación. Cuando estuvo a punto de abrirse un paso provisional hubo un raro fenómeno de asentamiento y cayeron más aludes que dejaron atrapados ambulancias, buses y particulares con niños y ancianos, que obligaron la intervención del helicóptero del Programa Aéreo de Salud para evacuarlos.

Juan Manuel, de pocas palabras, largo recorrido por trochas y troncales, antes desde ingeniero raso en Obras Públicas y en el Invías hace siete años, sostiene que este ha sido "el año más caótico" para su labor. A La Huesera y Sinaí, en la troncal del Suroeste, precisa, le tuvo que dedicar más de seis meses para sacar un superderrumbe. "Por lo menos estuvo cerrada 150 veces", confiesa.

Más que de la intensidad de su tarea, se queja de la falta de sensibilidad de muchos propietarios que han hecho una "deforestación rapaz" de las laderas para crecer potreros y sembrados, que tienen vivo el riesgo de deslizamientos en las troncales.

De tanta exposición a las cámaras por la emergencia vial, Mauricio el de Infraestructura, comenta que la gente lo reconoce con facilidad. "A usted lo he visto en alguna parte", le dicen en sitios comerciales y él ayuda que tal vez por su cargo en la Gobernación.

Hace poco, cuando caminaba por La Mota con su familia, un señor se le acercó a decirle que lo conocía y cuando Restrepo iba a acotarle que fue gerente de EPM, el interlocutor interrogó: "¿Cierto que usted manejaba un bus en San Antonio de Prado?

Después de miradas y un breve silencio, su mujer y sus hijos estallaron en carcajadas y el parroquiano enrojeció en entender el error.