Dolor que deja huella
Escuece el alma el drama padecido por dos humildes familias antioqueñas este fin de semana.
El asesinato de un niño de 9 años en San Carlos, es repudiable. Su cadáver fue hallado en el cauce de una quebrada, luego de cuatro días de una búsqueda que conmocionó a la población, que no se repone de un golpe tan vil y reclama justicia. Criminales como el que asesinó a Diego Andrés deben cargar con todo el peso de la ley para cortar de raíz hechos tan abyectos.
Igual es el drama de una familia campesina en Dabeiba, víctima de las minas antipersonal, en la que dos niños vieron desangrar y morir a sus mayores. ¿A qué ser humano le cabe en la cabeza sembrar de minas un camino transitado por el pueblo? La muerte de tres personas, por causa de estas minas, merece el repudio y la solidaridad de todos los colombianos.