Histórico

¿DÓNDE ES LA FÁBRICA?

05 de octubre de 2014

Estamos sumergidos en una sociedad en la que no se te permite ser tú mismo.

Basta observar la salida de un colegio, o mirar perfiles de Facebook para comprobarlo: a todos los hombres. sin importar la edad, les dio por tusarse o hacerse "la rata", el más famoso corte de barbería, mientras que ellas son todas pelilargas, a base de extensiones. La industria del champú está haciendo su diciembre: ¿Se imagina lavar esas cabelleras? ¿O pagar las extensiones? ¡Tremendo!

Al verlos se hace inevitable preguntarse dónde es la fábrica.

A simple vista parecen hechos en serie: todos comparten características físicas y de comportamiento que los igualan. Es el afán de caber en el deseo del otro, en lo que la sociedad exige y margina, en la formación de grupos sociales donde, de cualquier manera, hay que llegar pidiendo permiso para pertenecer, aunque sea por la pinta.

¿Cuál libre albedrío? Nuestras costumbres, formas de ser y de vestir, en este caso, están previamente condicionadas por el mercado, por la familia, por la tecnología y sus distractores. El interior está lejos de ser una creación propia y termina siendo una imitación forzada de lo que obliga el consumismo.

Soy partidario del libre desarrollo de la personalidad y de que cada uno sea como quiere ser. Lo que es alarmante es la inconsciencia colectiva que de ahí se desprende y que aplica para todo. ¡Qué esperanzas!

Varias herramientas fáciles de practicar como la meditación, la reflexión profunda y ejercicios de yoga, entre otros, propician el pensamiento individual, la autenticidad y el autoconocimiento.

Estas prácticas deberían ser impulsadas más frecuentemente desde la casa, la academia y las empresas y quizá un día seamos personas autónomas y originales, sin marquillas impuestas por la sociedad de consumo

*Taller de Opinión es un proyecto de El Colombiano, EAFIT, U. de A. y UPB que busca abrir un espacio para la opinión joven. Las ideas expresadas por los columnistas del Taller de Opinión son libres y de ellas son responsables sus autores. No comprometen el pensamiento editorial de El Colombiano, ni las universidades e instituciones vinculadas con el proyecto.