¿Dónde estás, Capitán Centella?
Cuando estaba pequeño, esperaba con ansias la mañana del sábado para ver en las caricaturas al Capitán Centella. Sentado en el piso veía al enmascarado de blanco en su moto. Retumbaba en mis oídos su canción: "dokono dareka wa shira naikeredo daremo gaminna shitte iru (traducción: aunque es alguien de donde nadie conoce, conoce a todos). Centella, poniéndole el pecho a la brisa, impecable, con su capa al viento. Gran recuerdo, del cual conservo una frase: "A luchar por la justicia".
Hoy, cuando veo y leo en las noticias cosas como las declaraciones del presidente (e) de la Corte Suprema de Justicia, Jaime Arrubla Paucar, y las demás cosas que pasan con la administración de justicia en la tierra del Sagrado Corazón, hago un alto en el camino, extiendo una mirada melancólica al horizonte y me siento a pensar: ¿Dónde estás, Capitán Centella?
Con Centella yo sí entendía la justicia. Pero ahora, con los de carne y hueso, la cosa se me tergiversa bastante. Advierto desde el principio: no soy abogado, pero trato de entender la legislación. No soy un erudito en leyes, pero tengo una condición que gana, porque Coca-Cola mata tinto: soy ciudadano y tengo el derecho de sentirme incómodo, porque respeto las leyes, las acato y creo en ellas.
En la justicia colombiana pasan muchas cosas. Hablemos de una de las más sonadas: la elección de Fiscal General. No entiendo por qué la Corte Suprema de Justicia aún no ha elegido. ¡Qué votación más enredada! Me pregunto entonces, ¿esa no es una forma de hacerle harakiri a la propia institucionalidad? Cada que hay votación, el resultado, de entrada, se conoce. Como cuando jugaba un partido el elenco de Sábados Felices: todos sabíamos que iba a perder. ¿Cuánto le ha costado al país que los magistrados no hayan elegido Fiscal en las 24 ocasiones que han tratado? Cómo será el asunto, que en el intento número 21, el magistrado William Name, de la Sala Civil, consideró que debido al estancamiento del proceso, la corporación sufre un desgaste brutal y amagó, disgustado, con renunciar. Tanto va el agua al cántaro hasta que se rompe? y tarde o temprano, alguien tiene que poner el grito en el cielo.
Hay que tener presente que el Gobierno Nacional no tiene ni la más mínima gana de cambiar la terna. Seamos sinceros, el problema no son los ternados. El problema es la medición de fuerzas que los magistrados están haciendo a su interior. Y mientras tanto, el país sin Fiscal General titular. "Esta interinidad está causando problemas con la propia seguridad de nuestros ciudadanos. Ahí hay una situación en donde todo el mundo está quedando mal, hay un tremendo desgaste", dijo hace poco el presidente Juan Manuel Santos. ¿Capitán Centella, dónde estás, con tu sentido de la justicia y con tu transparencia de muñequito de comic?
Yo entiendo bien que cosas como el asunto de las chuzadas cause todo el resquemor y la urticaria del mundo. Obvio, lo que pasó porque lo que hizo el DAS fue digno de lo que hizo en la Guerra Fría la Stasi o del divertimiento de Vladimiro Montesinos para mantener contento al ojirrasgado de Fujimori en Perú. Fue muy bajo. Usar empleadas del servicio y choferes para espiar, fue muy, pero muy bajo. Pero, qué bueno sería que el asunto se manejara con un criterio pulcro y objetivo de justicia y no con criterio revanchista, político y de encono contra el anterior gobierno, como ha parecido en muchas ocasiones.
Vuelvo y hablo como ciudadano. Yo quiero una Corte Suprema que sea eso: Suprema. Suprema por el respeto superior y la confiabilidad que genere. Quiero ver a los magistrados haciendo declaraciones públicas hablando en estricto derecho, no polemizando. Ay, Colombia, tierra querida, himno de fe y armonía, recuerdo con ansias a Centella por su sentido de la justicia. Recuerdo cuando en su moto decía: "No odies ni mates, perdona a tu enemigo".
¿Dónde estás, Capitán Centella?