El buñuelo paisa se coló al menú de Urabá
Gente verraca y echada para adelante es la que hay en Urabá, y en muchos casos no es de allí sino que llegó de otras partes de Antioquia y del país. Es el caso de Libardo Zuluaga Martínez, quien en una tierra caliente donde se privilegia lo frío, puso a la gente a comer buñuelos con café con leche.
Muchos lo ven y no lo creen, pero hace unos años, en una esquina de la calle más comercial de Carepa, se veía un pequeño local con un aviso que decía Buñuelos El Paisa. Era un negocio normal, del cual subsistían Libardo, su familia y dos empleados que atendían.
Era entendible, pues la cultura de comer buñuelos es más de Medellín y otros pueblos de Antioquia que de las localidades de Urabá.
Pero para hombres como Libardo, con visión de negociante y aburrido de los altibajos de la vida, no hay limitación. Y su idea era conquistar a los urabaenses con un producto hecho a su gusto y que marcara diferencia.
"Yo soy de Fredonia y estaba mamado con los altibajos del café, porque esos son cuatro meses de cultivo y ocho esperando la cosecha, mejor me vine a abrirme camino acá", relata este hombre robusto y de excelente semblante.
Él, con su persistencia, se volvió ejemplo para otros que quieren asentarse en Urabá porque les gusta la región y sus riquezas, pero que no han hallado un nicho o negocio que les permita sobrevivir y constituirse como empresarios en algo diferente al banano y el plátano.
Libardo, que llegó a la región hace seis años, con mucha paciencia, pero a la vez con mucho tino, se hizo famoso por vender en su negocio los mejores buñuelos de Urabá.
"El secreto es sencillo y le digo una partecita: los buñuelos son de puro queso y se venden muy baratos, a sólo 300 pesos".
Él éxito ha sido tal que Buñuelos El Paisa, que antes ocupaba solo un local, acaba de ensancharse y ya se tomó la vuelta de la esquina.
Además, ya no sólo ofrece buñuelos, sino otros productos de panadería, como panes, pandebonos y pasteles. Así se convirtió en el desayunadero preferido de muchos habitantes de Carepa y de los municipios vecinos. Y claro, de los visitantes de la región, que prefieren un café con leche caliente que una gaseosa o un jugo de frutas.
Lo que más feliz tiene a Libardo es que ha podido cumplir un sueño: generar empleos, "ahora tengo unos diez, estoy dando mi aporte a la región", manifestó.