Histórico
El centavo todavía se guerrea
El sistema de cajas únicas se implantó ya en San Antonio de Prado y algunas rutas de Envigado. Para unos es la única forma de terminar con la arriería y con la guerra del centavo.
Para los pasajeros, el sistema nuevo puede mejorar los viajes.
01 de enero de 1900
- Para otros usuarios terminarán las carreras por monedas en la vía.
- hay choferes que afirman que el nuevo sistema no los beneficiaría.
- Algunos pasajeros viven a diario afanes con las rutas de buses.
Rafael González Toro
Medellín
Tras pisar el primer escalón del bus se va el frío del ambiente. Afuera todo es gris, lluvia y silencio.
Adentro hay calor, música y caras recién lavadas. La registradora cruje. Las monedas aparecen y arrancan los empujones.
Son las 6:15 de la mañana y el Circular Coonatra 301 toma la carrera 80. Los pasajeros, casi todos con el pelo mojado, miran los relojes.
Los que van de pie se tambalean con los arranques y frenazos del bus. Los que están sentados escuchan música o noticias en sus radios personales. Todos tienen que soportar la música parrandera que parece reventar los parlantes del vehículo.
Afuera se vive otro agite. Hay pitos, humo y aceleres. También se ven personas que extienden la mano, sin fortuna, para detener el transporte.
La registradora cruje y cruje. Son 900, más 900, más 900 pesos en las manos del conductor. Aparecen los billetes gastados. Devueltas de monedas calientes en los dedos fríos de quienes se suben. Más paradas. Arranques y frenazos que desacomodan los viajeros.
"Viajo en esta ruta hace cuatro años. A veces se demoran más de la cuenta. Otras, van muy rápido. En los últimos días están calmados. No se ve tanto la guerra del centavo. Si no hay carro y tampoco pa' taxi, le toca tirar aguante a uno", dice Marlon Rodríguez, quien trabaja en una tienda en Robledo.
Al llegar al semáforo de Colpisos, el autobús parece desinflarse y tomar un nuevo aire. Se bajan ocho personas. Parecen estudiantes de la Universidad Nacional y del Colegio Mayor de Antioquia.
Son las 6:30 de la mañana y el Coonatra sigue su camino. A esa hora Mauricio López, estudiante de la Universidad de Antioquia, sale de su casa en Aranjuez.
Toma la ruta 041 de Aranjuez-Anillo. Las pocas cuadras que hay entre el parque y el Comfama se hacen eternas para Mauricio.
"Así son. Apenas salen del parque se van despacito hasta el control en el Comfama. Después, hasta la calle Barranquilla empieza la guerra. Arrancan lo más rápido que pueden y a veces no les paran a los pasajeros", comenta Mauricio.
Para el estudiante, el regreso es peor durante las horas pico. Allí vienen los madrazos y las rabias para los viajeros.
"En la tarde, los buses se apeñuscan frente al Hospital San Vicente de Paúl. Después arrancan de a tres, guerriando. Si uno se descuida se le pasan y le toca esperar hasta que alguno le dé la gana de entrar al paradero. El que va de primero nunca para", expresa Mauricio.
En el centro de la ciudad se vive la guerra del centavo en toda su intensidad. Aunque para algunos conductores no se trata de una batalla, sino de su sustento y el de sus familias.
El bus de Wilson Castrillón espera paciente en la Oriental, entre Maracaibo y La Playa. La tranquilidad la rompe otro automotor que hace sonar su corneta. Wilson y su bus de la ruta 281 de Transmedellín saben que es hora de irse de ese paradero.
"Con las cajas únicas no se va a acabar el guerreo, sino el trabajo. La moral de uno es recoger bastante gente y llevar buena platica a la casa", sostiene Wilson, quien hace ocho viajes diarios.
Aunque otros piensan lo contrario. Para Federmán Henao, despachador de las rutas de Gascuña, el sistema de cajas únicas acabó con las disputas entre choferes.
"Terminó también con la arriería. Ahora todos andan relajados", dice Federmán.
Mientras tanto, a las 7:00 a.m., el Coonatra llega a la Universidad de Antioquia y descargó a la mayoría de los pasajeros. Cinco estudiantes suben al bus.
"Cómo no apurar si los viajes son cada dos o tres minutos. Vamos a ver qué pasa con las cajas únicas", dice el conductor del Coonatra, quien no da su nombre. Se toma un respiro y arranca. De nuevo los empujones y uno que otro madrazo entre dientes.
El conductor arranca. Tiene que cumplir la hora y seis minutos, ni uno más ni uno menos, para llegar al control de la calle Los Huesos.
Puede ser una solución para el transporte
"En Robledo hay muchos buses, pero se vive una desorganización grande. La prueba es que para coger un bus en hora pico en el centro hay hacer filas largas y a veces hasta darse codazos".
Juan Fernando Urrea, trabajador independiente.
"Hay conductores muy profesionales, pero también hay otros que no tienen ni cinco de cultura. El Municipio debería someterlos a todos a cursos de profesionalismo y de buenos modales".
Gloria Martínez, ama de casa que vive en La América.