Histórico

El cese precedido de explosiones

Como es costumbre, las Farc desatan su poder terrorista de destrucción para luego ofrecer al país una tregua de Navidad que además incumplen religiosamente. ¿Cuándo nos evitarán tanta sangre?

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10 de diciembre de 2013

Los jefes de las Farc reclaman flexibilidad y garantías para su futura desmovilización y reinserción a la vida civil, pero son implacables a la hora de aplicar su racionalidad de guerra terrorista contra el Estado: les dan un totazo demencial a los colombianos (el carrobomba en Inzá, con nueve muertos) y proceden, de inmediato y “generosamente”, a anunciar una tregua de un mes.

Para rodear de valor y claridad la acción irregular, su vocero alias “Andrés París” acepta públicamente la autoría del atentado como si fuese ordinario haber acabado con la vida de cinco soldados, un policía y tres civiles. Los tres ciudadanos inermes, pensarán los jefes guerrilleros, hacen parte de esos “daños colaterales” que trae el conflicto armado. Y a los uniformados los verán como “objetivos militares legítimos”.

Por eso “París” se para ante los micrófonos, da el “parte de guerra” y agrega que la culpa la tienen las Fuerzas Armadas oficiales por instalar bases en áreas habitadas por población civil, lo cual, nos recuerda con cierto acento de pedagogo, constituye una infracción al Derecho Internacional Humanitario (DIH). Técnicamente es discutible, pero políticamente constituye una crítica desvergonzada: ¿cuándo les ha preocupado a las Farc -y a las guerrillas colombianas- cumplir el DIH, cuándo les han importado los civiles, sus vidas y sus bienes, cuándo las Farc en 50 años de conflicto reconocieron la valía de los Convenios de Ginebra y sus protocolos adicionales?

La subversión aprovecha la sosegada vitrina internacional que le ofrecen los pasillos del Palacio de las Convenciones, en La Habana, para dictar cátedra sobre normas de caballeros en combate que nunca valoró ni acató.

Solo por mencionar algunos de los episodios más trágicamente recordados: el Eln achicharró a Machuca, las Farc arrasaron con cilindros el templo católico de Bojayá. Y han secuestrado y fusilado a gobernadores, diputados y asesores de paz. Civiles claramente protegidos por el DIH. Entonces, ese reclamo del fin de semana, sin siquiera lamentar la destrucción de Inzá, suena a sanción inmoral y descarada.

En 2012, en sus primeras intervenciones desde Cuba, alias “Iván Márquez” le dijo al país que las Farc harían una tregua navideña que luego los informes, incluso de organismos independientes de derechos humanos y monitoreo del conflicto, dieron por violada. Y el primer semestre de 2013, las Farc se “desatrasaron” pulverizando caseríos en Cauca y Nariño.

El Gobierno se resiste a aceptar una tregua bilateral, por razones de la política de conducción actual del proceso de negociación, pero también por sobrados argumentos prácticos y elementales: cuando se les concedió a las Farc una tregua en 42 mil kilómetros cuadrados, para dialogar, su prioridad fue reinventarse para la guerra, no para la paz. La historia no miente y es el pueblo colombiano el que espera que las Farc acepten sin dilaciones un cese definitivo de su fuego desproporcionado, destructor e indiscriminado.

Por eso el fin de semana pasado, cuando a “Andrés París” lo sucedió alias “Pablo Catatumbo” para solicitarles a sus fuerzas en el territorio nacional cesar las acciones ofensivas, a partir de las 00:00 horas del 15 de diciembre, a la gente le pareció ver el mismo paisaje prometedor que pintan las Farc, pero que en la primera curva suele ocultar una emboscada.

Contraposición

LA TREGUA ES UN GESTO POSITIVO QUE GENERA CONFIANZA EN EL PROCESO

Por CARLOS LOZANO GUILLÉN
Politólogo y miembro de Colombianos por la Paz y director del Semanario Voz


La tregua anunciada por las Farc para esta época de Navidad es un gesto positivo que, a mi juicio, ayuda a generar confianza en los colombianos de que este proceso puede salir adelante y acabar el conflicto. Al mismo tiempo, se disminuye la intensidad de la confrontación, justo cuando se ha ido escalando para desgracia de la población, como ocurrió con hechos recientes como en Inzá (Cauca).

En medio de este modelo de negociar sin cese el fuego, alivia esta tregua así sea unilateral de las Farc y en especial en esta época decembrina.

Ojalá el Gobierno hiciera lo propio y pactara una tregua bilateral o, al menos, corresponda a disminuir las acciones armadas.

No es realista el argumento de que el Gobierno debe mantener la ofensiva militar para evitar el fortalecimiento de la guerrilla y mantener posición fuerte en la mesa de diálogo. Nunca funcionó eso. Estamos en otro proceso de negociación, distinto al anterior en el Caguán, con las Farc en ascenso y a la ofensiva.

Soy franco: cuando el Ejército golpea a la guerrilla celebra y destaca el resultado militar, pero cuando ataca la guerrilla se le acusa de no querer la paz. La guerra es una tragedia de parte y parte que nadie quiere, ni los combatientes, solo los que se lucran de ella.