Histórico

El DIM revive su Malasqueña

Eduardo Malásquez recibió el reconocimiento de la afición, anoche en el Atanasio. Leyenda.

14 de noviembre de 2013

Había estado de paso por Medellín, pero de incógnito. Esta vez llegó como una de las figuras de la fiesta centenaria, que se cumplió anoche en el estadio Atanasio Girardot. El peruano Eduardo Malásquez conserva su calidez y esa sonrisa fresca que, unida a su fútbol, muchas veces contagió a la afición escarlata.

Su fama ha trascendido varias generaciones del Poderoso por aquel gol famoso que “bautizaron” la Malasqueña, que precisamente ayer cumplió 29 años de haberse gestado ante el Unión Magdalena. Pero quién lo creyera, él valora más el tanto que le hizo desde la mitad de la cancha al Bucaramanga.

¿Qué siente cuando ve La Malasqueña?

“Que es una jugada de futbolito, de barrio, de recocha como decimos, pero que uno la tiene en el disco duro y en el momento que se necesita aflora, aparece. Después, es simplemente llenarte de emoción y nervios en determinado momento. Porque yo venía de perder un penalti y de haber botado ese gol. No sé si habría salido del Atanasio. Felizmente se cosiguió y hoy es un símbolo del DIM. Pero la verdad y respetando todas las opiniones, yo me quedo con el gol que hice de media cancha”.

¿Qué era lo fuerte del DIM en su época?

“Hablaba con los compañeros y concluimos que lo que había en ese equipo era una preponderancia colectiva en la que Julio Comesaña imponía mística y compañerismo. A partir de ahí surgían aquellos que podían hacer alguna diferencia”.

¿Qué hace en la actualidad?

“Yo estudié Periodismo y Contabilidad, pero luego, como el fútbol jala, me gradué como entrenador en Perú. El fútbol como filosofía de vida hay que cambiarlo desde las estructuras y por eso trabajo con escuelas de formación. También soy comentarista y analista deportivo”.

¿Como es su actitud ante el jugador como crítico?

“Ahora, en la acera del frente tengo la obligación de facilitar  la comunicación, de que se entienda que el futbolista es un ser humano, expuesto a equivocarse. Hay que entenderlo, no disculparlo, porque es su profesión. No son robots que todo lo hacen perfecto”.

¿Qué le dejó el DIM?

“Bajo del avión, paso aduana y de repente escucho La Malasqueña. Es una  sensación indescriptible. Pasaron 29 años y la gente me recuerda con el mismo cariño. En el fútbol todo se devuelve y había que dejar  buenos ejemplos”.