El equipo de crisis Obama
La semana pasada, el presidente electo de Estados Unidos, Barack Obama, presentó el equipo económico con que espera hacer frente a la megacrisis del milenio. Los mercados financieros, la academia, los expertos y el público en general recibieron positivamente los nombres de personas reconocidas por su inteligencia, formación y habilidad para sortear coyunturas difíciles.
Los dos miembros más reconocidos son Larry Summers y Tim Gheitner. Summers, ex secretario del Tesoro, a quien se le reconocen su creatividad para encontrar soluciones, su brillantez y sólida formación económica, será el jefe del Consejo Económico Nacional. Gheitner, que viene de dirigir el Banco de la Reserva Federal en Nueva York y que conoce con profundidad cómo operan los mercados financieros de Wall Street, sin tener el lastre de haber sido parte de ellos, será el secretario del Tesoro.
Otros dos miembros son Christine Romer, quien será jefa del Consejo de Asesores Económicos, y Melody Barnes, que irá al Consejo de Política Interna. Sin duda es un gran grupo de crisis, sólo que ahora enfrentan una crisis general: es global, hay shock de demanda, caída sin antecedentes de las bolsas, cierre del crédito, insolvencia de empresas, en medio de la mayor inflación en décadas.
El hecho es que Obama, aún sin empezar a gobernar, ya ha tenido efectos reales y fundamentales en el manejo de la crisis. Los planteamientos iniciales del plan de rescate de Bernanke y Poulson basado fundamentalmente en la compra de carteras hipotecarias viró en el enfoque y se complementó con medidas adicionales. Se decidió capitalizar bancos y financieras privadas, respaldar a las familias endeudadas e incluso salir al rescate de sectores económicos como el automotor, además de ampliar la artillería monetaria con la compra de cartera por parte de la Fed.
Los últimos días han sido de mayor calma en las bolsas internacionales. Luego de semanas de caídas continuas, la reacción del lunes pasado, con una recuperación hasta del 10 por ciento en algunas bolsas europeas, y los días posteriores con tendencias al alza, dejaron una sensación temporal de calma.
Aunque parece como si la crisis en las entidades financieras hubiese pasado, esto sólo se puede decir para esta fase. Inevitablemente vendrá una segunda fase, la crisis del sector real. El anuncio de posible quiebra del sector automotor norteamericano anticipa lo que se vendrá. Las contracciones de demanda en los mercados europeos y americanos generará crisis en todos los renglones de la economía, y compañías de los sectores más vulnerables tendrán problemas de viabilidad.
Si en pleno auge, empresas automotrices, fabricantes de aviones y compañías aéreas estaban teniendo pérdidas, en medio de un shock de demanda y crédito las posibilidades de bancarrotas son altas. Sólo bastarán los paquetes de ayuda estatal, como el que ahora se discute en el Congreso norteamericano para las automotrices.