EL FIN DEL MUNDO
Minutos después de que a los mayas se les acabara el mundo, llegaron a las puertas del cielo un cubano, un venezolano y un colombiano. San Pedro, al verles la fachita, le puso la cadenita de seguridad a la puerta, y la abrió. No dejó siquiera un espacio para verlos.
- Señores, bienvenidos al cielo -dijo san Pedro, desde adentro y sin dejarse ver- el Pabellón socialista está lleno. Solo tengo cupo para uno de ustedes. Los otros dos, deberán seguir al Pabellón capitalista -agregó san Pedro, bastante asustado.
- Por favor san Pedro, déjanos entrar, pues debemos estar juntos hasta la victoria -respondió desde afuera, el más experimentado de los visitantes.
- No es posible. Solo ingresará, quien me demuestre que fue el más efectivo durante su vida -respondió san Pedro, temblando de miedo.
Afuera, luego de discursos sobre la importancia de la igualdad, como mecanismo para esconder la pobreza, los visitantes resolvieron cederle la palabra al de mayor experiencia.
- San Pedro, hermano revolucionario. Soy Fidel Castro, dueño Cuba -comenzó Fidel, con su impecable camuflado- Antes de tomarme el poder, éramos los más avanzados de Iberoamérica. En Cuba éramos pioneros en el uso de automóviles, ferrocarriles, tranvías, máquinas de vapor, alumbrado público y de viviendas, telefonía, emisoras, aire acondicionado y televisión. Para aferrarme al poder, inventé mi propia democracia y yo solito, acabando la empresa privada, destruí todo. Acabé con la libertad y convertí a los cubanos ricos, en pobres -agregó Fidel, dándole la palabra al segundo visitante.
- San Pedro, hermano bolivariano. Soy Nicolás Maduro, dueño de Venezuela, Ecuador y Bolivia, hijo Bolívar y clon de Chávez -comenzó Maduro, con mucha seguridad- En solo 13 años, superamos a nuestro maestro Fidel. No necesitamos tantos años para acabar con la democracia, ni someter al parlamento y la justicia de mi país. Sin ayuda, espantamos la inversión privada y la oposición. Me deja entrar, o expropiamos el cielo -Terminó Maduro, completamente excitado.
- Camarada Pedro, soy Gustavo, exguerrillero, Alcalde de Bogotá, y ahora reciclador. -comenzó Petro, con voz pausada- insulté a quienes recogían las basuras, y sin vergüenza, luego los contraté, para que me sacaran de la pila de desechos con los que cubrí la ciudad. Anuncio mucho, poco ejecuto y tengo pésimas relaciones con el Concejo. Tengo el metro enredado y la ciudad al borde del colapso por los trancones. Mis errores, falta de experiencia e improvisación, la disimulo llamando a mis contradictores paramilitares, conspiradores y mafiosos -finalizó Petro, enviando su primer "twiterazo" desde el cielo.
San Pedro, preso del pánico, tiró la puerta y desde adentro puso la tranca, gritando: "Señores, ustedes van directo al infierno y el puestico en el Pabellón socialista, lo dejamos para el diablo, pues una vez ustedes lleguen al infierno, él ya no será útil allá.