Histórico

El líder no se las sabe todas

Loading...
24 de marzo de 2011

En la tradición popular hay un dicho bien expresivo para nombrar a quienes no hacen, pero tampoco permiten que otros hagan: "ni raja ni presta el hacha" . Muchas veces lo que se le pide a quien lidera un proyecto no es siquiera que aporte, que tenga la iniciativa o entregue ideas nuevas, sino que preste el hacha, que abra puertas, que permita la escena para que las nuevas ideas surjan y sean acogidas.

Porque, con frecuencia, los que tenemos como oficio dirigir un proyecto no somos los más capacitados para aportar elementos nuevos; sólo somos moderadores de una diversidad de criterios que pueden, tanto diluirse en la individualidad, como capitalizarse en un trabajo colectivo.

Poner los elementos sobre la mesa, permitir la escena: he ahí lo fundamental del líder. Si además puede aportar derroteros en positivo, que sería lo ideal, doble ganancia para el colectivo.

De las dos cualidades, tener capacidad para aportar y permitir que todos aporten, me apuntaría a dar preponderancia a la segunda, porque, indiscutiblemente, varios aportan más que uno. Seguramente, una diversidad de voces y criterios podrán enriquecer más que los valiosos aportes de un líder. Porque otra cosa es, también, tener capacidad para producir excelentes ideas, pero persistir siempre en imponerlas, sin permitir que surjan otros puntos de vista.

El otro dicho popular es también indiscutible: "cuatro ojos ven más que dos".

Hay una falsa creencia con respecto de quien lidera un grupo: se ha pensado que debe ser el más enterado.

La verdad es que su función, más que saber, es tener capacidad para cohesionar y generar producción en el colectivo. Quien lidera no tiene que ser necesariamente el que se las sabe todas, ni necesita tener talentos excepcionales. No necesita saberlo todo, pero sí saber qué es lo mejor de cada uno en el grupo. Su verdadera virtud será la destreza para articular saberes, ser puente, tener capacidad para afinar, conocer su grupo profundamente, con el fin de poder potenciar sus capacidades particulares.

El líder mira a los de su grupo a la misma altura, y su convicción existencial es la del respeto al otro como igual. Por eso no dirige para un equipo, sino en equipo.

El líder debe ser, además, capaz de aprender dentro del equipo. Porque muchas veces pensamos que el hecho mismo de presidir nos da certificado para no recibir; porque suponemos que nadie puede aportar más que el que lidera. Incluso, nos damos la función de validar u omitir lo que se produce en el grupo.

Vale advertir, finalmente, que las relaciones verticales no sólo se dan dentro de la jerarquía -de arriba hacia abajo-. También se dan entre los pares, cuando prima el protagonismo y se quiere disminuir o anular al otro.