Histórico

El sombrero que las convierte en brujas

A través de la historia las brujas han aparecido en diferentes versiones. Ni tan buenas ni tan malas. Mágicas.

30 de octubre de 2013

Cuenta la historia, la seria, es decir, la fantástica, que en una isla del mar Adriático vivía en la antigüedad una bruja llamada Circe domesticando cerdos y lobos.

Un día se encaprichó de un pastor, el amante de la ninfa Escila, bella como todas las ninfas, y para ganar su amor, embrujó el agua de la orilla donde Escila se bañaba. Esta mujer sobrenatural fue llevada al fondo del mar y convertida en monstruo, terror de los marineros. Lo que no dice la historia, ni la seria ni la otra, es si la bruja Circe se quedó con el pastor.

Tan temidos, brujas y brujos han sido requeridos en todos los momentos de la humanidad. Mago le decían a Merlín, pero aparece en todos los libros de brujos. Este es considerado benévolo, junto al sabio Math y el risueño Manannan.

Termina uno por no saber qué país habitan, si el de la realidad o el de la ficción. Dicen que a Merlín, hasta el Rey Arturo lo tuvo de su parte y le ayudó en no pocas batallas. Hay un libro que lo registra: El mago Merlín y la corte del Rey Arturo (Editorial Labor).

La persecución de las brujas —mujeres más que nada— por parte de la Iglesia en la llamada Inquisición contribuyó a enriquecer el tema.

Entre ellas, la Bruja de Blair, Washington, siglo XVIII, Elly Keward, era una muchacha a quien los niños del pueblo acusaban de haberlos secuestrado con el fin de extraerles su sangre. La condenaron a muerte, no en hoguera sino al frío: la ataron desnuda en el bosque de Blair toda la noche. Los niños que la acusaron desaparecieron y la gente del pueblo se fue. Las muertes y desapariciones extrañas continuaron.

Las Brujas de Salem, Juana de Navarra, Juana de Arco, Ana Bolena —la mujer de los seis dedos en una mano y tres senos—. Muchas de ellas solo fueron inocentes mujeres perseguidas.

Incluso, por la muerte de algunas de ellas, como la de Juana de Arco, la iglesia pidió perdón público no hace mucho tiempo.

En la literatura, sobre todo en la llamada infantil, las brujas constituyen una verdadera institución. A veces, madrastra y brujas eran la misma cosa. Los hermanos Grimm crearon varias. La de Blanca Nieves y la de Hansel y Gretel son dos de las más famosas. Hans Christian Andersen también tuvo varias.

Brujas y brujos de Irlanda, Escocia, y los países asiáticos parecen resultar muy atractivos para los disfraces. A veces se olvida un poco que brujas y brujos también los hay en Bolivia, México, Cuba, Haití, Colombia. Y en Colombia, en Chocó, La Guajira y Bajo Cauca, entre otras regiones.

Tal vez en todas las culturas existe, eso sí, con diferentes ideas. Muchas veces, desprovistos de los conceptos maniqueos de bueno y malo. En algunos pueblos, brujos eran curanderos. En otras, tienen suerte en la minería y en los negocios.

También entre nosotros hay historias de acusaciones infundadas a mujeres y hombres que terminan muertos, como María Berenice Martínez, la supuesta bruja de Santa Bárbara, que después de que la mataron se dieron cuenta de que no lo era... Igual a las historias que nos han llegado desde la antigüedad y desde lejanas tierras.

Las brujas, además, se han pasado por el cine y la televisión. Vuelve la dicotomía. No todas son tan buenas ni todas son tan malas. La más famosa, a la que siguieron las demás, fue Hechizada (Bewitched), que encantó con su movimiento de nariz.

No muchos creen en ellas, aunque saberlas o leerlas es un interés casi macabro, que comparten otros tantos. No todas tienen la escoba, ni son las feas de nariz torcida. El dicho aquel, "las brujas no existen, pero de que las hay las hay", las mantiene en la posibilidad. Tiene que ver, sobre todo, con ese hecho extraño de la magia, y con la fantasía, que las hace existir, de verdad.