"El Tino la mete toda por ti"
Bonito el eslogan, sugerente. Propone mucho, lleno de propuestas. Sí, así es, ese el eslogan tentativo de la probable candidatura de Faustino Asprilla al Senado de la República. Lo confieso: el Tino me parece un tipo divertido, grado superlativo, sin embargo, el ¿Tino congresista? Ay, Santa Bárbara bendita, qué hemos hecho para merecerlo. Faustino, que disfruta de sus caballos y la vida guapachosa de Tuluá, aseguró en una entrevista que nunca ha participado en las elecciones y que solamente "botó" a una novia que le estaba poniendo los cachos. Primera propuesta de campaña: que se tengan las cachonas porque hay Tino.
Si el Tino se lanza y gana su curul, y como es tan coqueto, quién quita que haga llave en la Cámara Alta, con una potencial conquista: Aura Cristina Geithner, sí, la actriz, la de las novelas, la Potra Zaina, también candidata, la que, según ella misma, no sabe mucho de política, pero quiere dejar huella. "Ya todos saben cómo soy por fuera (en alusión a su desnudo en la revista Soho , número 95). Ahora falta es que me conozcan por dentro (?) Mi eslogan de campaña es 'Aura Cristina con la verdad'". ¿Será que mis preferencias electorales toman otro rumbo y caen al terreno de la diva?
Rodolfo Rincón Sosa es un abogado boyacense. Pero más torero que jurista. "He toreado con el Zorro de Toledo", dice. Ya se imaginarán la clase de matador. Sí, punto para usted: torero de segunda y tercera categoría. "Pero en el 2002 decidí cambiar de plaza y me lancé a la política". Experto en ser candidato, ya le tiró el aventón a una elección presidencial, a la Alcaldía y al Concejo de Bogotá y ahora "vamos con todo por la curul en el Senado".
Como ellos, muchos más personajes de este tipo aspiran a lograr un cargo de elección popular en las próximas elecciones para el Congreso.
De todo se ve en la viña del señor, candidatos hasta de tres ojos, que uno no sabe si lo que buscan es un sueldo suculento, salir en televisión, sobar chaquetas para pagar favores o hacerles mandados a los que mueven los hilos de las marionetas. Y si bien todo colombiano tiene derecho a ser elegido democráticamente, gracias al mandato de nuestra Constitución, tenemos que ser claros: folclorismos como estos no le aportan al debate electoral, tan delicado por estos días como una operación de corazón abierto. Estos tipos no hablan de política. Solo sueltan pírricas y ridículas frases de campaña.
El asunto es sencillo. El 14 de marzo renovamos el Congreso Nacional. La democracia más sólida de América Latina sale a las urnas. Delicioso, porque vamos a renovar (aunque eso es relativo) el Legislativo más cuestionado de la historia contemporánea nacional. Un Congreso envuelto en escándalos y desprestigiado, ahogado entre parapolíticos, casos de corrupción y comportamientos non-sanctos.
¿Como importante el asunto, no? Entonces, hay que ponerle seriedad a un tema trascendental para el país. Obvio, hay gente buena y sobre todo preparada, que conoce la política, que la ha estudiado y que ha hecho una gestión importante tanto en el sector público como en el privado, que tienen convicción de patria y sueñan con que en el circo del Congreso, los leones no sean los que más coman. Pero en medio de un debate eclipsado por asuntos como si hay reelección presidencial o no, el tiempo para ponerle colador a un sinnúmero de mercachifles se agota.
Ya hemos aprendido mucho sobre la demagogia con el que manda en el país de encima, no demos papaya porque, de lo contrario, el eslogan del Tino se le puede aplicar a todos los colombianos, pero para mal.