Histórico

EMOTO, ¿GENIO O CHARLATÁN?

21 de octubre de 2014

Murió de neumonía a los 71 años, en Tokio, el viernes pasado, el investigador del agua Masaru Emoto, y el mundo ignora todavía si fue genio o charlatán. Dedicó tres décadas a fotografiar con microscopio electrónico cristales de agua congelada, tras haber sido sometida a influjo de palabras, músicas, pensamientos, etiquetas, positivos o negativos.

Los resultados sorprendieron a legos y escandalizaron a científicos. Agua marcada con vocablos de paz y amor, o sometida a piezas de Mozart, genera figuras simétricas, estéticas, especie de mandalas. Por el contrario, pensamientos violentos o ráfagas de heavy metal, dan lugar a cambios moleculares con correspondientes formas estridentes.

En YouTube están los videos, seguidores en múltiples países –incluido Colombia- agotan sus libros luego de asistir a conferencias donde Emoto proclamaba que en vista de que somos 70 % agua, el influjo de la conciencia nos puede transformar. El "doctor del agua", como se le conoce, llegó a ser celebridad.

Desde la orilla de los científicos ortodoxos se levantaron talanqueras: que Emoto no publicó en las severas revistas científicas, que su método no es transparente, que los resultados dependen de la subjetividad y capacidad selectiva del fotógrafo. En síntesis, que el japonés entrega una seudociencia y además comercia con ella mediante el mercadeo de múltiples productos derivados.

Emoto, prudente ante semejante poder institucional, reconoció no ser científico. Definió lo suyo como algo que "todavía" no es ciencia sino arte o fantasía. Provocó que algunos increparan a los científicos por cerrarse a fenómenos calificados de paranormales, con tal de no arriesgar sus prestigios profesionales.

El caso Emoto, lejos de ser único, es revelador. A su lado se yerguen otras figuras internacionales de campos como medicina, física, filosofía, botánica, astronomía, cuyas intuiciones y avances fascinan o enfurecen por parejo. La divulgación de la ciencia en internet, el hambre de solidez en los conocimientos, la oportunidad de enriquecimiento rápido, son fuerzas contrapuestas que dificultan la visión imparcial.

De ahí que, frente a genios o charlatanes, convenga aplicar la incertidumbre propuesta por Luis Buñuel: "he estado siempre al lado de aquellos que buscan la verdad, pero los dejo cuando creen haberla encontrado".