Histórico

En defensa del chisme

01 de enero de 1900

En defensa del chismePor
Manuel Guzmán Hennessey

Se realizó en Medellín un foro sobre el chisme. Pero se limitó a los teléfonos rosas, los juan paz, los altos turmequés y los famosos confidenciales de Semana y Gossaín.

Álvarez Gardeazábal, que tiene la lengua brava, dijo que el chisme era una mezcla de humor, exactitud y "vergajada". Juan Gómez Martínez, que prefiere otras palabras, dijo que le asustaba el chisme malo, el que indispone semejantes y se inocula como aguijón perverso en la indefensa piel de su escogida víctima.

Y entre lo que dijeron el novelista de Tuluá y el senador de Antioquia puede ensayarse una suerte de aproximación epistemológica a la cuestión del chisme, asunto, como se sabe, de la mayor importancia, míresele desde donde se le mire.

Yo voy a defender el chisme bueno, el que suelo practicar con mi tía Lilia, y el que ella misma practica con las tías Alcira y Judith, exquisitas y hermosas conversadoras que honran la dialéctica de la confidencia, forma asaz rebuscada de decir chisme, que ni ellas ni Gardeazábal aprobarían.

Pero antes permítanme referirme al chisme malo, el mismo que en elocuente como aleccionador acto de gobierno, mereció la atención del señor Ignacio Jiménez Romero, alcalde de Icononzo, Tolima, quien decreto municipal mediante, prohibió el chisme en su municipio, señalando penas de uno a cuatro años de cárcel y multas que acumulan varios ceros. El alcalde afirmó que tenía tanto miedo a los guerrilleros o a los paramilitares como a la lengua de los chismosos. Y dijo lo mismo que el senador Gómez, que el chisme y las habladurías "atentan contra la convivencia y la honra ciudadanas".

Y de esa especie perversa está llena la Patria. El ponzoñoso veneno es droga de venta libre, y hay expertos en fabricarlo de manera que no parezca lo que es. Otra especie de malévolos ha desarrollado una experticia complementaria, la de soltar el venenillo al desgaire de un micrófono alegre para que "la vergajada" haga carrera, en la dúctil competencia de los "ratings", los facilismos y las conveniencias.

El otro chisme es bueno y saludable, pues según los entendidos estimula la presencia de endorfinas en la sangre -la hormona de la alegría-. Hay que ver cómo gozan mis tías -y supongo que las de ustedes- cuando ejercen la conocida práctica. Ellas dicen que se van a reunir para tomar el café, el algo, las onces; eufemismo que las llena de ternura. En realidad se reúnen porque no pueden vivir sin "rajar" de sus prójimos amigos. Y no están lejos de lo que hacemos todos. Dos tercios de las conversaciones humanas son chismes, afirman los chismólogos: "acicalamiento vocal esencial para nuestro bienestar social, psicológico y físico, que representa una función vital y terapéutica, pues alivia el estrés y estimula el sistema inmune". Los psicólogos han comparado la evolución del chisme en los humanos con la práctica del acicalamiento entre los chimpancés, según la cual los primates gastan horas arreglándose unos a otros, para fortalecer los lazos sociales. En el foro de Medellín no se habló del chisme como asunto de género. Aquí sí se va a hablar, pues tengo en mi poder un estudio que revela que el 55 por ciento del tiempo de la conversación de los hombres está dedicado al chisme. ¿Y el de ellas? Apenas el 67 por ciento. De manera que el chisme, mis amigos, es condición natural de mamíferos superiores. Y nada más.

Y esto otro: Los comandantes desmovilizados de las Auc se reunieron en la Alcaldía de Medellín. Y hablaron. ¿Era que no había otro lugar disponible para esa reunión?

* Director del Centro de pensamiento y aplicaciones de la Teoría del Caos. www.blogspot.manuelguzmanhennessey.com