EN INTERNET NADIE SABE QUE ERES UN PERRO
Pensaba que la intolerancia, el odio, el lenguaje pendenciero y la deplorable ortografía que exhiben sin vergüenza miles de lectores anónimos que escriben comentarios en los foros de periódicos y revistas en internet eran solo un estigma colombiano.
Pero estaba equivocado. Todo parece indicar que los comentarios pérfidos en línea se han convertido en una plaga de alcance mundial y están enloqueciendo a los gigantes de internet. Este año, muchos de ellos han gastado millones de dólares tratando de conjurar este azote que, aunque a veces atrae más visitantes a los sitios web y en consecuencia permite cobrar más dinero por los anuncios, en última instancia acaba por convertirlos en alcantarillas del ciberespacio.
Según un despacho de la Agencia France Press, esto es lo que ha sucedido en compañías como Google y The Huffington Post, dos de los sitios con mayor número de seguidores en la red. Ambas empresas han tenido que ensayar toda clase de herramientas, desde desplegar filtros moderadores hasta obligar a las personas a que utilicen sus verdaderos nombres, con el fin de reimplantar un discurso respetuoso entre los usuarios, ya que el anonimato ha sido uno de los mayores atractivos para que ocurran esta clase de desafueros.
The Huffington Post no solo lanzó una campaña contra los comentarios violentos sino que contrató 40 nuevos empleados para moderar y suprimir los mensajes que contengan frases racistas, homofóbicas o, en general, fruto de la intolerancia en cuestiones políticas o religiosas.
Lo mismo ha ocurrido en YouTube, uno de los sitios web de Google. Este ha sido por mucho tiempo uno de los focos de comentarios más vulgares y ofensivos de internet y una de las peores vitrinas de errores ortográficos y gramaticales en todos los idiomas. Tratando de poner fin al pandemónium, YouTube decidió solicitar a los usuarios que se inscribieran en Google Plus antes de escribir un comentario.
Uno de los casos más patéticos ocurridos este año es el de un video del cereal Cheerios en el que aparece una familia de padres e hijos de razas diferentes. El anuncio suscitó tal andanada de comentarios racistas en YouTube que la empresa fabricante General Mills optó por suprimir todos los comentarios.
En Colombia, el diario El Espectador siguió el ejemplo de YouTube. Otros han optado por filtrar los comentarios. La revista Semana prefiere publicarlos tal como llegan a su correo. Como prueba, este botón recolectado en el jardín de rosas de su foro, escrito por un fiel devoto de las polémicas misas que celebra el Padre Pacho en un parque público de Bogotá: "Eso ya son ganas de &%$#@ de algunas venéreas a las que no les molesta que se utilice el espacio público para un concierto, en donde van a consumir droga y trago, en donde lo van a volver mierda por horas, y sí les molesta una misa que no dura ni siquiera la hora. Quién sabe qué ¿@#%$&? es la que está detrás de esto"… ¡Y con esa boca comulga…
Hace unos años, la revista The New Yorker publicó una caricatura en la que un perro está sentado frente a un computador con una pata en el teclado. El pie de foto dice: "En internet nadie sabe que eres un perro". Si los perros supieran leer y escribir y tuvieran computadores, estoy seguro de que protestarían por esta caricatura. Ellos son seres nobles y saben perdonar. Su corazón desconoce los abismos insondables a los que el odio hace descender a los seres humanos.