ENTRE ESPERANZAS Y FRUSTRACIONES
Conocimiento claro, humanización del servicio, control o desaparición de las EPS, apoyo y vigilancia a los hospitales, atención oportuna para los usuarios, servicio preferencial a niños y ancianos, y precios justos de los medicamentos. Todos esos aspectos de la Reforma a la Salud, tienen en vilo a los colombianos, sin olvidar la suerte de las tutelas.
El Congreso, recientemente, aprobó el articulado del Estatuto de la Salud, sin que mediara un debate serio, profundo y con plena participación de los ciudadanos. Por el contrario, fue una aprobación express, por una coalición del Gobierno que cumplió su férrea disciplina política. Sin embargo, lo que uno puede percibir es confusión e incertidumbre.
El pesimismo y la desconfianza son cada vez más crecientes. No es para menos, cada ministro que llega a la cartera de la salud, ha alimentado la esperanza de que por fin la situación mejore. En el carrusel de políticas y acciones del Ministerio de la Salud, la apuesta son las ilusiones y necesidades de los colombianos. Pocas personas con el conocimiento y profesionalismo de Beatriz Londoño han pasado por allí. Pero su paso fue efímero y dejó una nueva frustración, pues creíamos que por fin la salud daría un vuelco.
Los anuncios, generalmente, se han caracterizado por la falta de acciones contundentes y expeditas, que favorezcan los cambios esperados desde hace 20 años. Esto nos hace pensar, una y otra vez, que las mafias que soterradamente se mueven en el interior del sector, hacen imposible que haya una restructuración. Síntomas de ello son las intocables EPS y los altos precios de los medicamentos.
La misma Londoño, en una entrevista que le concedió a Yamid Amat en enero del 2012, publicada en El Tiempo, aseguró que se la iba a jugar por la transparencia y eficiencia. "Hay excesivos trámites que son una barrera. Eliminaremos trámites como pedir documentos y certificados innecesarios". Frases y promesas como esa, podrían conformar un anecdotario del Ministerio. Lugares y frases comunes de una retórica hueca e irresponsable.
De otra parte, en el tema de la intervención a las EPS, se ha conformado una especie de cartel, que busca por todos los medios que la Superintendencia de Salud nombre a ciertos interventores y liquidadores.
Que no se olvide el escándalo reciente del presidente del Senado, Roy Barreras, quien le pidió al Superintendente de Salud que nombrara para la Eps Solsalud un liquidador de su preferencia. Lo curioso es que el propio Superintendente está nombrando amigos de su especial afecto. Los liquidadores tienen un poder omnímodo que abre la puerta a los actos más visibles de corrupción.
De las 47 EPS que existen, sólo 15 se salvarán. Estas entidades son responsables de la salud de 22 millones de colombianos. Intervenir y liquidar, un remedio que, en muchos casos, está resultando más grave que la enfermedad. El traslado de los usuarios entre una y otra EPS es terriblemente deshumanizante. Ante la falta de red de hospitales o entidades contratantes para garantizarles su servicio, hay terribles descuidos en la atención prioritaria.
La deuda de las EPS con los hospitales sigue creciendo. Se creyó, con tanta retórica, que se atenuarían mediante los giros directos a dichas instituciones. Sin embargo, lo que sucedió fue lo contrario: la deuda es más grande. Ahora solo queda una pregunta, o esperanza: ¿podrá el supuesto nuevo revolcón, sacarnos de este atolladero?.