Histórico

ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE SÓLO HAY UN SUSPIRO

16 de agosto de 2013

Pido a los lectores permiso para tratar un tema que toca un aspecto familiar pero que me llevará a una reflexión general.

Los seres humanos, y muy especialmente los occidentales, le tememos a la muerte. Por supuesto debe ser muy difícil en el momento de la partida, dejar tantas cosas bellas y a tantas personas queridas que han pasado por nuestras vidas. Son apegos naturales.

Pero creo que el mayor temor es porque no sabemos con certeza ¡qué hay más allá… No nos gusta lo desconocido y tampoco la incertidumbre.

El médico ruso de origen coreano Eduard Li me decía que le tememos a la muerte por el trauma del nacimiento.

El bebé en el vientre materno está en un estado total de confort y seguridad tal, que todas sus necesidades le son satisfechas sin tener que expresarlas. Y de pronto, empieza un proceso de expulsión y debe pasar por el cuello uterino. Él no sabe qué está pasando. No sabe que va a nacer. Tampoco tiene idea de que lo han estado esperando ansiosamente y con amor durante nueve meses. Solo siente que su estado de confort está terminando y no entiende por qué.

Al morir dejamos todo lo que fuimos y tuvimos en esta experiencia espacio–temporal y no sabemos para dónde vamos. Ese nacimiento a la eternidad no nos es tan comprensible.

Hace apenas unos días presencié las últimas horas de vida de Luis Fernando Duque, mi cuñado. Médico Salubrista. Exrector de la U. de A., exviceministro de Salud, exdirector de Corpaúl y muchísimas realizaciones más.

En los últimos diez años, la pasión del doctor Duque y sus compañeros de la Facultad de Salud Pública fue investigar la violencia en Medellín, sus causas y sus consecuencias. Valdría la pena que los gobernantes leyeran y estudiaran estas investigaciones para definir políticas serias a mediano y largo plazo.

Les dije que presencié sus últimos momentos y para que ustedes calibren su calidad como investigador, a las dos y media de la tarde de ese día, llegaron tres médicos, compañeros de investigación, porque "el profe" los había citado a trabajar. No sabían que les iba a tocar su despedida de esta vida.

Lo que me impresionó del momento fue ver el proceso de muerte. Uno va viendo en qué consiste la agonía y de pronto hay una respiración profunda, como queriendo atrapar todo el aire, y es la última respiración. Inmediatamente la quietud y se inicia la lividez cadavérica.

Lo que en un instante antes era el médico, el investigador, el padre, el abuelo, el hombre lleno de realizaciones y sueños, ahora yacía inerte. Lo vivido es solo un recuerdo para los suyos.

Misteriosa y sublime es la muerte. Para los creyentes es otro nacer. ¿Qué es para el que no tiene esperanza? Simplemente el fin. Igual que el perrito o el gato de la casa.

Vale la pena pensar y reflexionar en el para qué estamos aquí, porque entre la vida y la muerte solo hay un suspiro.