Es la cultura, idiota
Una universidad privada de Medellín emprende la campaña más vital en la Colombia de hoy. Le habría correspondido al Estado hacerlo pero, como ocurre con tantos asuntos, son los particulares los que suplen su ausencia.
En este caso la iniciativa viene de un hombre que ocupó cargos exactamente en el área estatal concernida pero desentendida.
Juan Luis Mejía, rector de Eafit, estudió altos asuntos públicos de cultura en la otrora más influyente institución continental del ramo, la Fundación Getulio Vargas, de Río de Janeiro. Dirigió bibliotecas emblemáticas de su ciudad Medellín y de Bogotá, elaboró la Ley General de Cultura que convirtió a Colcultura en Ministerio, y dirigió esta cartera. Ha permanecido, pues, en el eje espiritual del país.
Informa EL COLOMBIANO del domingo que Mejía, desde su presente tribuna educativa, lanza una cruzada llamada "Atreverse a pensar", a la cual da carácter de "propuesta con urgencia".
Llama a castigar el culto a la viveza y a repensar "esas estructuras culturales sobre las que hemos fundado la sociedad", las cuales tienen raíces profundas. Para ello expone vallas con frases populares que exaltan falsos valores.
El ejercicio pega en el centro de la podredumbre nacional. Asombra que a nadie se le haya ocurrido apuntar a este blanco, cuando a diario golpean sucesos bárbaros cuyo empaque seminal viene de los hondos pozos donde desde niños los colombianos ingieren su particular manera de pensar y habitar el mundo.
Un día es la corrupción vista como natural; otro, la grosería como lengua materna; luego, la violencia como mal menor y necesario; en seguida, la trampa con tal de no ser descubiertos; siguen los fines privados a cualquier precio, la vida secuestrada por el lucro, las personas vendidas al mejor postor, el poder conquistado a golpes de billete, fusil o notarías.
En el reciente decenio se dio una fertilización frenética de terrenos malolientes, abonados con gestos y palabras palaciegos. Crecieron, así, malezas antes no vistas. Lo peor de las gentes germinó en flores del mal. Y todo un país pasó una temporada en el infierno.
De ahí que la empresa purificatoria de Eafit tenga índole de urgente, pues apunta a la entraña del drama colombiano. De ahí que candidatos y electores de la coyuntura democrática hagan bien en recoger, nacionalizándola, la consigna con que Clinton derrotó a Bush padre en 1992.