Histórico

Estancados en competitividad

El Foro Económico Mundial reveló que la competitividad del país está estancada. Existen factores estructurales que impiden avanzar. La concreción de las reformas aplazadas es un imperativo.

08 de septiembre de 2013

Sin duda, en años recientes Colombia ha alcanzado resultados importantes en diversos frentes. Sin embargo, y a cuenta de los limitados avances en competitividad pareciera que el denominado milagro colombiano se estancó.

Según el informe del Foro Económico Mundial acerca de la competitividad planetaria, The Global Competitiveness Report 2013–2014, Colombia mantiene en este año la misma posición (69) obtenida en 2012.

Los últimos informes han mostrado cómo un conjunto de factores se han convertido en verdaderos cuellos de botella para la competitividad del país. Entre estos sobresalen las instituciones -públicas y privadas-, la infraestructura, el régimen de competencia y el capital humano.

Estos factores están asociados a lo que el Foro identifica como los requerimientos básicos del desarrollo. Esto implica que Colombia aún no ha superado elementos propios de las primeras etapas de dicho proceso. Infortunadamente, a cuenta de la defensa férrea de ciertos intereses, no se han podido concretar las reformas estructurales necesarias para superar tales escollos.

De no encontrárseles soluciones a dichos problemas, el país estará abocado, como ha venido aconteciendo en años recientes, a que otras naciones latinoamericanas no sólo nos superen sino que avancen raudas en su proceso de desarrollo. Ahora es Ecuador el que se nos acerca gracias a sus importantes logros en infraestructura, educación e innovación.

Frente a un panorama tan sombrío cabe preguntarse si no es hora de revisar lo que se viene haciendo en competitividad. Ello implica examinar las políticas y las acciones del Gobierno, la pertinencia y eficacia de la agenda de competitividad, los mecanismos y las estructuras institucionales asociadas a la misma, y el rol y los compromisos de los diferentes actores sociales.

¿Será que a la Consejería Presidencial a cargo de la competitividad le está faltando capacidad de coordinación y seguimiento para exigirles resultados a los ministerios y las demás instituciones públicas? ¿O será que esta oficina requiere del apoyo de una organización gubernamental más robusta que impulse la agenda de competitividad? ¿Debería Planeación involucrarse más en este tema?

En esta misma dirección resulta pertinente indagar si la Comisión Nacional de Competitividad está siendo un órgano útil y eficaz. ¿Qué hacer para que su accionar sea el más adecuado? ¿Cómo conseguir que el sector privado y las regiones se impliquen más en el proceso?

La competitividad no debe ser vista como un concepto abstracto que solo atañe a ciertas autoridades. En un mundo globalizado ella es un imperativo para el progreso y el bienestar de todos y cada uno de los ciudadanos.

No en vano la Alianza de El Colombiano con las Universidades de Antioquia y EAFIT y la Escuela de Ingeniería de Antioquia tiene como lema: Competitividad, compromiso de todos.

El país debería tener en claro que la competitividad no es responsabilidad exclusiva del Ejecutivo. Otras instancias del Estado, como el Congreso de la República o las altas Cortes, deben asumir iguales niveles de compromiso. Los partidos políticos y las organizaciones sociales también deben involucrarse activamente en estos procesos.

Un mayor compromiso político y ciudadano aseguraría avances ciertos en las reformas estructurales que hoy bloquean el desarrollo.

Los resultados del informe de competitividad del Foro Económico deberían llevar a la revisión, a fondo, de lo que el país viene haciendo en esta materia. Colombia no se puede dar el lujo de quedarse estancada en competitividad, pues con ello se está comprometiendo el bienestar de los ciudadanos.