Eventos Memorables del Año 2010
Finaliza un año digno de recordarse por lo que sucedió y por lo que se evitó. Lo que sigue es un intento de identificar acontecimientos o desarrollos que tendrán repercusiones significativas y perdurables en la vida nacional. Por definición, un ejercicio de esta naturaleza es selectivo. Omite temas de gran impacto mediático como hazañas deportivas, accidentes de la naturaleza o titulares de la farándula. Se limita a la economía y a la política.
Sugiero que el hecho trascendental en materia económica es haber alcanzado la relativa estabilidad de precios que refleja un ritmo anual de inflación inferior a 3%. Este logro no es fruto de la casualidad o de la buena suerte. Es el resultado de las decisiones adoptadas por la autoridad monetaria.
La estabilidad de precios contribuye a fortalecer el mercado de capitales. Promueve las inversiones de largo plazo, al ampliar el horizonte para la toma de decisiones empresariales. Estimula el ahorro de los hogares. Permite desarrollar un mercado de crédito hipotecario a largo plazo. Facilita el acceso a bienes de consumo durable. Tiene un impacto distributivo favorable. Beneficia en forma más que proporcional a los sectores de la población con menor capacidad para protegerse de la inflación. El mérito por este logro corresponde al personal técnico y a la Junta Directiva del Banco de la República.
Si el evento económico significativo del 2010 fue lograr la anhelada estabilidad de precios, el evento político del año fue haber conjurado el intento de subvertir la institucionalidad democrática de la nación al impulso de la ambición de poder, intento que recibió el respaldo financiero de contratistas del Estado y de grupos privilegiados.
Los historiadores le asignan atención prioritaria a las discontinuidades en las trayectorias colectivas. Estos virajes decisivos son acontecimientos que tienen consecuencias duraderas en la vida de las naciones. Durante los primeros dos meses de este año, el ordenamiento institucional colombiano fue puesto a prueba ante la necesidad de escoger entre dos opciones irreconciliables. El país había llegado a un cruce de caminos en su devenir histórico. Un camino conducía a la aventura caudillista; el otro, a la democracia liberal bajo el imperio de la ley.
Cuando se temía que el sofisma de un supuesto 'estado de opinión' llevaría al país al abismo de una presidencia ilimitada, Colombia reafirmó su vocación democrática. Algo similar sucedió en 1909 y en 1957, cuando la nación detuvo las pretensiones reeleccionistas de Rafael Reyes y Gustavo Rojas Pinilla. La experiencia confirma que, el intento de un gobierno de perpetuarse en el poder, termina por lesionar al Estado de Derecho y deja maltrechas tanto a las libertades individuales como a la moralidad pública. La acción lúcida del poder judicial evitó el descalabro institucional que habría significado permitirle al gobernante de turno modificar a su antojo la Constitución, en beneficio propio.
Dentro de ese orden de ideas, sugiero que el principal evento político del 2010 fue la sentencia de la Corte Constitucional de febrero 26, que declaró inexequible el referendo reeleccionista. Aunque ése no era su propósito, la determinación de la Corte hizo una contribución decisiva a la confianza inversionista en Colombia. La verdadera garantía de estabilidad jurídica está representada por la fortaleza de las instituciones, más bien que por la acumulación de poder discrecional en cabeza del Ejecutivo.
El mérito por esa decisión corresponde a los integrantes de la Corte Constitucional. Pero el magistrado Humberto Sierra Porto, autor de la respectiva ponencia, merece el reconocimiento de sus compatriotas y la gratitud de las generaciones futuras por su valerosa defensa de la institucionalidad democrática de la nación.