Histórico

Felipe López en una portada

La ganadora de La voz es más de lo que se ve en el escenario. Una radiografía sobre la verdadera Miranda Cardona.

22 de diciembre de 2012

Juan Carlos Iragorri es el único payanés que no nació en Popayán y que, además de ser caleño, habla como cachaco. Uno de esos colombianos privilegiados que logran vivir en Colombia sin vivir en Colombia. Desde Washington se nos mete todos los días a la casa a través de RCN, de NTN24 y, cada tanto, de las páginas de Semana.

Él, que de tonto no tiene un pelo (de hecho, ya casi no tiene ni un pelo de nada), aprovechó un ‘papayazo’ soberbio para hacer un libro en el que puso a hablar a uno de los colombianos más influyentes de un país que mayoritariamente no lo conoce: Felipe López.

El hombre detrás de la revista Semana (Planeta) es el hijo de veintitantas reuniones en Bogotá y Nueva York. López el talentoso, López el inseguro, López el discreto, López el mordaz, López el mal bailarín, López el descarnado, López el millonario, López el periodista, López el poderoso y López el hijo de López y nieto de López, todos, respondieron como nunca, porque ponerlo a hablar en modalidad entrevista es tan difícil como ver una película sin que suene un celular.

Lo que no dijo López, lo cuenta aquí Iragorri, el hombre que logró ponerlo al frente de una carátula.

Felipe López es un hombre que casi nunca aparece en público. Ha dado muy pocas entrevistas y en la calle pasa inadvertido. ¿Cómo lo convenció?
"Por coincidencia. Un día, cuando yo estaba en Washington, lo llamé a proponerle un artículo para Semana. De pronto me interrumpió y me cambió de tema. Me dijo que con ocasión de los 30 años de Semana no quería hacer una fiesta, sino que prefería dar una entrevista en algún medio escrito. "¿Usted a quién se la daría?", me preguntó. Le di algunos nombres de entrevistadores y luego, casi sin querer y seguro de que me iba a contestar que no, le dije: "Más bien por qué no hace una cosa más extensa y más de fondo. ¿Por qué no hace un libro de entrevistas como el que hice con Antonio Caballero y Antonio Navarro ?". Para sorpresa mía, dijo: "¿Sabe que sí? ¿Usted es capaz de conseguir una editorial en 15 minutos?". Le respondí que claro, y así fui a dar donde Sergio Vilela, el director editorial de Planeta. De modo que la cosa salió sin meditar".

En la introducción del libro dice que, en lugar de sacar una grabadora, usted le preguntaba a López, él contestaba y usted escribía en el computador. ¿Por dictado?
"No teníamos mucho tiempo y, para no pasar por el problema de transcribir la grabación, decidimos trabajar de esa forma. Es que él es tímido para contestar, inútil para escribir y superdotado para dictar".

¿En algún momento pensó que no iba a haber libro?
"Varias veces. Cuatro semanas después de que habíamos empezado me dijo en Nueva York que no estaba seguro de hablar: "Si estar en silencio me ha funcionado, ¿por qué voy a cambiar?". Eso me lo planteó varias veces más, pero cuando empezó a leer lo que habíamos hecho se entusiasmó".

¿Cuál fue el momento más difícil durante la entrevista?
"Cuando se enteró de que su secretaria y mano derecha, Mireya Durán, tenía un cáncer gravísimo. Ella murió hace pocos días. Él no podía concentrarse, y era lógico. También hubo episodios en lo que se cansaba y le daba mal genio. Ni siquiera a punta de papaya o naranja picada, que come a diario, podía continuar".

¿El solo hecho de poner a hablar a López es ya lo más importante del libro?
"Más que haber logrado que hablara extensamente sobre los temas más variados, creo que el libro tiene cosas destacables. Una de ellas es el capítulo donde habla de todos los presidentes desde su abuelo Alfonso López Pumarejo. Ese capítulo empieza con un análisis detallado del gobierno de Juan Manuel Santos, pasa luego al de Álvaro Uribe, después hace una comparación entre los dos…".

Un momento, ¿qué hay en el corazón y en la mente de López por Uribe y Santos?
"A Santos lo califica como un hombre muy competente, muy audaz y muy fregado, y de Uribe dice que tiene más virtudes y más defectos que la mayoría de las personas. A Santos le critica la cantidad de anuncios del gobierno y el exceso de consejerías que ha creado. A Uribe le critica que se rodeó mal y que como expresidente ha sido oportunista y no se ha querido tragar los sapos que todo expresidente debe tragarse. Al final, dice que a Santos le va a acabar yendo mejor en los libros de historia, pero que Uribe, cuando se muera, va a ser el presidente más llorado de esta generación".

¿Qué cosas no quiso decir López en el libro?
"Es difícil de saber. Todo el mundo se guarda cosas en las entrevistas. Como es lógico, fue cuidadoso con los colegas. De los columnistas más famosos, por ejemplo, la mayor parte de los cuales son amigos de él, no quiso hablar mucho".

¿Y sobre la pelea legendaria que tuvo Semana con el Grupo Santo Domingo?
"Cómo no, se refiere a esa pelea, que fue brutal. Hay que recordar que el Grupo Santo Domingo le quitó por varios años la pauta publicitaria a Semana, cosa que no era de poca monta: era dueño de Bavaria, Avianca, Colseguros, Presto y de muchísimas empresas. Incluso se llegó a decir que en un momento dado Julio Mario compró Cromos para quebrar a López. Sin embargo, él le quita hierro al asunto en la entrevista. Dice que eso sería como pensar que Santo Domingo compró El Espectador para quebrar a El Tiempo. Pero los años han pasado y ahora lo que constata es que esa pelea dio al traste con la amistad que existía entre Alfonso López Michelsen y Julio Mario Santo Domingo, que además eran primos no tan lejanos por el lado Pumarejo".

¿En alguna respuesta se nota que entre él y García Márquez hubo distanciamiento?
"Según él, García Márquez fue por muchos años un gran admirador de Semana y lo visitaba en la revista, pero cuando compró Cambio junto a otros periodistas destacados como Mauricio Vargas, María Elvira Samper, Roberto Pombo y Ricardo Ávila, abandonó esas visitas. No le pregunté más del tema, porque no había más".

Es corresponsal de Semana en Washington y López es el dueño de la revista. ¿Quién va a ser incisivo con el jefe?
"Yo. Y no solo yo, sino muchos periodistas. López cumplió el acuerdo al que llegamos al principio: que él revisaba sus repuestas –un derecho que tiene cualquier entrevistado– y él me dejaba hacerle las preguntas, salvo las de la vida privada".

¿Lo vació?
"Hubo momentos en los que, cuando le hacía la pregunta, me contestaba: "Esa me parece una pregunta imbécil". Le respondía que no estaba de acuerdo. Y había el clásico forcejeo entre entrevistador y entrevistado, pero creo que le hice las preguntas que todo el mundo se formula".

¿Cómo cuáles?
"Por ejemplo, si Semana, con un sobrino del presidente como director –Alejandro Santos –, cubre de forma neutral al gobierno de Juan Manuel Santos. O por qué en el periodismo parece haber una oligarquía de los Santos, los López y demás. O si, como dice mucha gente que lo critica, él es un hombre cínico porque casi todos los males de la política colombiana le parecen normales. Y todo eso lo contestó. Todo".

¿López vendería Semana?
"Los medios están a la venta siempre, pero dudo que López venda Semana. Allá trabaja todo el día, porque le encanta, y sin ella no tendría nada que hacer. Y eso sí que sería grave".