Histórico

Gratitud, la clave de la felicidad

Ni el desarraigo familiar ni la parálisis doblegaron a Alba. Descubrió en la Acción de Gracias el sentido de la vida.

17 de septiembre de 2012

A su lado se respira paz y cuando su rostro se pinta de sonrisa ilumina la casa que comparte con el Príncipe de los corazones y la Princesa alegría, la pareja de gatos que la acompañan en su hogar.

Pero cuando uno conoce a Alba Jesenia Guerrero , uno concluye que los gatos, las aves que alimenta a diario frente a su casa y todas aquellas personas que ha conocido a lo largo de su vida resplandecen gracias al amor y la devoción de esta mujer que se dedica a “darle gracias a Dios por la vida, el aire, el sol, la luna y todo aquello que nos rodea”.

Lo afirma con profundo sentimiento. El mismo que le permite recordar su pasado, el que conoció hace solo ocho años, sin rencores ni resentimientos. “La mejor sanación es conocer el pasado para poder proyectarse al futuro”.

Alba nació en Buenaventura y a los 3 o 4 años, la fecha no la tiene muy precisa, fue sacada del hogar por su propio progenitor. “Él quiso vengarse así de un disgusto con mi madre”, recuerda. Durante el agitado viaje camino a Medellín, contrajo meningitis que le dejó una parálisis casi total.

El papá la abandonó a su suerte desde que llegaron a la capital antioqueña y jamás lo volvió a ver. “La familia me aseguró un techo y el alimento. Luego pasé muchos años en la Clínica Santa Ana, donde el doctor Manotas y las enfermeras Inés, Amparo, Gloria y Emma, así como aquellas cuyos nombres no recuerdo, se preocuparon por mi atención”.

El agradecimiento a Dios se convirtió en la columna vertebral de su vida, sobre todo después de que recuperó la movilidad. “Dios me sanó poco antes de cumplir los 15 años de edad”, señala.

Gracias infinitas
Por muchos años trabajó como empleada en casas y sin saber cómo, hizo la forma de estudiar reflexoterapia, estética clínica, terapia de relajación y sanación, oficios con los que hoy se gana la vida.

“Con una parte de mi salario ayudo a varias fundaciones infantiles. Para mí los niños son muy importantes, me preocupan porque en la mayoría de los casos sufren, ya sea por una enfermedad o por falta de amor”.

Otra parte de sus ingresos los destina para un día del año, el de Acción de Gracias, una celebración anual en torno a una cena, previa invitación que extiende Aura quien prepara la comida, en la que se incluye una misa y un show musical.

“Lo que comenzó con un reducido grupo de amigos se convirtió en un encuentro en el que ya somos 260 personas. El pasado 25 de agosto fue la celebración de este año, en la que conmemoramos además los 20 años de la Acción de Gracias”.

Esta, que ella define como la fiesta de los ángeles de la vida, es una cita en la que los asistentes reconocen que la vida es un regalo de Dios.

“Yo quiero contribuir en algo en la vida espiritual de muchas personas. Con este programa la idea es que la gente aprenda a recibir desde el corazón”.