Trompetero, papá de un superhéroe
Harold Trompetero confiesa que al rodar El Man, sobre un superhéroe colombiano, se sintió como el Spielberg criollo.
Al igual que Felipe de las Aguas, el protagonista de su nueva película, el director Harold Trompetero se encomienda al Divino Niño. Esta vez para que la historia del superhéroe nacional cale en el gusto de los colombianos.
No se muere del susto pensando qué van a decir los críticos de El Man, filme que estrenará el próximo viernes 23 de enero.
A él lo que realmente le interesa “es la voz de Dios, la del pueblo: el espectador desprevenido es el juez imparcial. Si fuera por los críticos o los genios del cine personajes como Chaplin o Cantinflas nunca hubieran salido al aire”.
El realizador bogotano está convencido de que con ese “antihéroe” que creó en el papel y que hizo realidad rodando en el barrio Santa Fe de Bogotá, se identificarán los colombianos.
Felipe de las Aguas, a diferencia de los héroes tradicionales no es un hombre superdotado, no tiene visión de rayos X, ni atraviesa paredes con sus puños. Es un ser común y corriente que le pone el pecho a los problemas, los enfrenta con voluntad y fe y logra vencerlos.
- ¿Preparado para las críticas?
Uno se acostumbra a las críticas. Yo voy de un extremo a otro: hago películas que adoran los críticos y hay otras que odian. Entonces la crítica es parte de la cotidianidad. El crítico que más me importa es la gente, su reacción: que se sienta feliz viendo la película.
- ¿Por qué un superhéroe colombiano?
Quise reivindicar el ser colombiano, demostrar que somos personas que en medio de tanta zozobra podemos tener valores y un espíritu aguerrido, echado para adelante. Con buena fe y buen corazón podemos lograr cosas buenas para todos.
Tendrá muchas anécdotas qué contar sobre el rodaje en un barrio popular...
El barrio Santa Fe es zona roja. Si bien alrededor de la filmación pasaban cosas tremendas, como que una noche mataron a unas personas y apuñalaron a otra, a nosotros nunca nos pasó nada. Y la gente del barrio empezó a identificarse mucho con el superhéroe y a entender el mensaje de la película: las cosas se pueden hacer bien teniendo buen corazón.
Y por otro lado, yo no había contado y creo que muy pocas películas colombianas han contado con una infraestructura tan grande: me sentía el Spielberg criollo. Yo nunca había hecho una película con efectos especiales, explosiones, incendios, gente volando, toda esta parafernalia que requiere un superhéroe. Si bien Felipe de las Aguas no tiene súper poderes sí termina volando y haciendo cosas espectaculares. Fue una experiencia muy grata y más aún compartirla con gente tan humilde y de tan buen corazón. Para su trabajo estudió a Chaplin y a Cantinflas, entre otros.
- ¿Cómo enriqueció esto la puesta en escena?
Estudié además a Chespirito y a héroes reales como Superbarrio (un superhéroe de los barrios de México) y al Enmascarado de Plata. Lo primero que entendí es que lo más importante para lograr un personaje cómico es que la gente se sienta identificada con él. El argumento está basado en ese reconocimiento.
- ¿Cuáles cree que han sido sus aportes al lenguaje cinematográfico colombiano desde Diástole y Sístole hasta El Man?
Vivo en un proceso interno de desarrollo y aprendizaje. Me siento como una bestia cinematográfica: aprendí a los golpes haciendo cine y he ido poco a poco aprendiendo a hacerlo, con ensayos, errores y aciertos.
Quiero tener muchas obras y no sólo quedarme en la comedia, sino trabajar en géneros que atraviesen todos los sentimientos, como en Riverside, que se estrena el 6 de marzo en el Festival de Cine de Cartagena, y que es todo un drama (la historia de inmigrantes colombianos en E.U. que quieren regresar).
Y tengo otros proyectos a futuro. Es muy arriesgado que un realizador se haga con dos o tres películas. Los grandes cineastas han hecho más de 20, 30, como Woody Allen, Fellini. Y yo espero llegar a tener un día una obra tan grande que le pueda dar al país algo de esa maestría. Por lo pronto lo único que busco es darle un poco de entretenimiento.