HAY COSAS QUE NOS PONEN TRISTES
En el periódico me pidieron que escribiera sobre televisión y medios de comunicación. Lo he cumplido, pero a veces es necesario desahogarse, porque ya no se aguanta más.
Secuestran trece niños en una escuela en Putumayo para ponerles armas en las manos y odios en el corazón, y nos quedamos callados. Nadie dice nada, ni el Gobierno, ni las ONG, ni la Iglesia, ni los periódicos, ni la comunidad internacional.
Tenemos cerca de tres mil secuestrados y como no son políticos o militares, dormimos tranquilos.
El Presidente miente, se lava las manos, se hace el inocente, da dos pasos adelante y tres atrás, incumple a sus electores y todo el mundo se queda impasible.
Los legisladores muestran el cobre, legislan para su propio provecho, se lavan las manos y serán elegidos nuevamente.
La televisión se empeña en mitificar monstruos que nos destruyeron física y mentalmente y todos dicen que eso está bien.
Se acusa a gente con el testimonio de hampones, se les detiene y luego se investiga, pero sólo a unos, a los archiamigos de la guerrilla los protegen de mil maneras leguleyas o con el silencio.
Tenemos una justicia claramente politizada y en la que cerca del 95% de los delitos permanecen impunes y a nadie le preocupa.
La familia como institución está desbaratada, lo que presagia días aún peores para el país.
Las iglesias están vacías de jóvenes en contraste con Jesucristo que era líder entre ellos.
El consumo de drogas avanza y ya nos pone entre los primeros consumidores del mundo, y todos tan campantes.
Hay corrupción en todos los niveles, es la ley del más fuerte y sale adelante el que más trampas hace.
Se acaba con la fama de todo el mundo para poderlo destruir y avanzar sobre ellos. La envidia remplazó el trabajo honesto.
Periodistas influyentes además de jueces implacables parecen vendidos a cambio de poder, dinero y favores.
Ya no hay en quién creer, en quién confiar, a quién apoyar.
Antioquia viene siendo ultrajada por el Gobierno central, no hay antioqueños en los altos cargos, nos prometen caramelo y nos dan caramelo, y los congresistas de Antioquia preocupados por su propio negocio.
Nos preocupan las relaciones hipócritas de los presidentes de Venezuela, Colombia, Ecuador. No se creen, se engañan hasta que explote tanta sinvergüencería.
Lo único que vale la pena en Colombia es la mayoría de la gente buena, trabajadora, querendona, aunque callada.
Nos entusiasma la familia, la esposa, los hijos, los nietos, los hermanos. La familia lo único que uno tiene en la vida.
Nos entusiasma el país con sus bellezas naturales que aún no hemos podido acabar, porque hay muchas.
Vale la pena vivir para contribuir a reconstruir al país y echar al olvido a quienes nos han dirigido con corrupción, maldad, ineptitud y odio.