Hay que celebrar, pero no ostentar
Es humano que los padres consideremos que nuestros hijos son seres excepcionales porque, en efecto, lo son para nosotros.
Por eso conmemoramos su cumpleaños como algo muy especial ?y con todo el amor del mundo. Pero creo que a veces nos desfasamos en la forma como lo festejamos y los convertimos en todo un acontecimiento social, que no es una celebración normal? sino un espectáculo fuera de lugar.
Los quince de las hijas se han convertido en todo un fastuoso suceso, que se asemeja más al lanzamiento de un producto para "posicionarlas" en la sociedad, que a una fiesta de cumpleaños.
A menudo son agasajos en los que abundan, no sólo los invitados, sino toda suerte de bebidas, música, bailes, espectáculos, etc. Y hasta se ha llegado al extremo de que sean atendidas por conejitas de Playboy, personajes que nunca han sido parte de las entretenciones para menores de edad por ser símbolo de los placeres eróticos para adultos.
Estoy segura de que lo que nos mueve como padres a querer darles "lo mejor" a nuestras hijas e hijos es el amor por ellos.
Y que en una sociedad en que el valor de las personas es proporcional a su riqueza material y la austeridad es un defecto mientras que la opulencia es un valor, es fácil desfasarnos en nuestro interés porque nuestras hijas "no se queden atrás" de las demás.
Lo grave es que la creencia que así les inculcamos a las niñas es que lo fundamental en la vida es? sobresalir a como dé lugar.
Y como consecuencia es muy posible que se centren en buscar, a cualquier precio, algo tan banal como la fama y el poder que les asegure que son más importantes que todos los demás.
Recordemos que los árboles que sobresalen más pronto por el tamaño de sus ramas son los primeros que caen por falta de profundidad en sus raíces.
Las fiestas de cumpleaños de los hijos son una ocasión para celebrar su vida, y vale la pena festejarla. Pero debemos hacerlo de una manera que contribuya a inculcarles que lo que los hará destacarse en la sociedad no es la ostentación con que vivan o lo mucho que deslumbren, sino las cualidades que las caractericen, gracias a las virtudes que hemos sembrado y cultivado en ellas.
*Educadora familiar