Histórico

Héroes de costumbres y detalles simples

estos personajes de la Independencia no solo son apasionados por las luchas; también por la gastronomía y la seducción. He aquí algunas curiosidades.

13 de julio de 2010

Bajo la piel de los personajes de la Independencia hay algunas curiosidades que bien pueden describir el lado común y silvestre de los héroes.

Cuenta el historiador Armando Martínez, quien es asesor de la Consejería Presidencial del Bicentenario, que Simón Bolívar se alimentaba de ensaladas. Era frugal, al máximo, al punto de que se las preparaba él mismo.

Había aprendido a hacerlo con su gran amiga y amante, la francesa, Fanny de Villars, quien le enseñó cómo combinar las verduras con su proteína predilecta: el pollo.

La gastronomía criolla se basaba entonces en carne oreada, papa, yuca y guarapo. El General, en contraste, acompañaba sus comidas con vino. "Era exquisito para comer", dice Martínez, que ha investigado la vida de Bolívar, en especial, a través de su extensa correspondencia.

Humberto Palacio, rector de la Colegiatura Colombiana, al hablar sobre la gastronomía de la independencia, cita a Luis Perú de Lacroix, quien en su Diario de Bucaramanga , escribió que en el almuerzo no tomaba vino; "en la comida dos o tres copitas de Burdeos, sin agua, o de madera, y una o dos de champaña. Muchas veces no prueba el café".

Comía en abundancia y le encantaban el ají y las pimientas; así como las arepas de maíz, en vez del pan. "Casi nunca prueba dulces, pero le gustan mucho las frutas".

Muy fino
Delgado, de cabeza grande, nariz aguileña y baja estatura, El Libertador que nació en Caracas el 24 de julio de 1783, era de piel blanquísima y rasgos finos, que le venían de su herencia vasca, por parte de padre.

Hijo de Juan Vicente Bolívar y María Concepción Palacios, habría que imaginar a Bolívar, tan fino, hablando con un acento caribeño, y un tono de voz algo chillón, tal como indica Martínez.

Una de las anécdotas que se conservan cuenta que cuando Bolívar estuvo en Bucaramanga llegó a la casa de un señora y pidió que le prestaran la alberca para bañarse.

Entonces, mandaron a un niño para que le entregara el jabón. Y cuando lo vio desnudo se impresionó por el contraste de su piel blanca y las manos negras por efecto del sol.

Era medido en la comida, generoso en la conquista, persistente en la lucha y desaprendido en cuestiones de dinero. Heredó una de las fortunas más grandes para la época: cuatro millones de pesos, que se la consumió en su sueño libertario. "Todo se lo gastó. No le importaba cobrar sueldo", dice Martínez.

Francisco de Paula Santander, era por su parte, antagonista en cuanto a las preferencias. "Era glotón", añade. Indica que le encantaban los dulces y la comida criolla, lo que lo hacía ser "barrigón", aunque de porte alto y voz gruesa.

La comida, sin duda, podía ser determinante para las largas jornadas a caballo. "Imagínese un viaje de Caracas, Venezuela a el Cuzco, en el Perú, ida y vuelta, y guerreando en el camino; y además a la intemperie".

Con razón morían tan rápido. El Libertador murió pasadas la 1 de la tarde, el 17 de diciembre de 1830, es decir de 47 años de edad.

Un conquistador nato
Tras la muerte de su primera y única esposa, María Teresa Rodríguez, Bolívar juró no volverse a casar. Pero lo que no abandonó fue su ánimo de conquistador y de "buen bailarín", tal como él lo creía.

Con todas su amantes -Las Ibáñez y Manuelita, las más conocidas-, compartía la lectura de una de las obras de Jean-Jacques Rousseau, Julia o la nueva Eloísa, una novela romántica francesa.

En una de las cartas promete llevar a Bernardina Ibañez, -La melindrosa, como le decía Bolívar-, un poco de tierra de la tumba de Eloisa, situada en el cementerio Père Lachaise, en París.

Romántico y con palabras cuidadas y finas para dirigirse a las mujeres, Bolívar "era un seductor de miedo e infiel a morir", tal como remata Martínez.