Histórico

Rigoberto Urán fue medalla de plata en Londres

Histórica medalla de plata logró el urraeño en la ruta olímpica. Primera presea que se gana en esta prueba.

28 de julio de 2012

Hazaña o proeza, póngalo como quiera, cuando se entere por las que tuvo que pasar Rigoberto Urán antes de ganar la medalla de plata de la ruta de los Juegos Olímpicos de Londres-2012.

Quizás al frente de la televisión resultaba cómodo ir pegado al lote de los 145 mejores corredores del mundo, pero otra cosa, es lo que se vivió en el interior de la delegación ciclística de Colombia, la mejor nación en una competencia de largo aliento, que fue como ir de un jalón de Medellín hasta Cartago, en cinco horas y 45 minutos.

La medalla de plata quedó a la vista. Sí, ante los ojos del mundo entero, con un kazajo tan duro de pelar como es el albino Alexandre Vinokourov, a sus 38 años.

El drama, que terminó como si fuera el de una película de final feliz, se inició para Colombia y el urraeño Urán, en plena ceremonia de apertura de los Juegos.

Jorge Ovidio González, delegado del ciclismo, recibió la noticia como si le hubiera caído encima la campana con la que se dio inicio a la majestuosa inauguración.

“Rigoberto Urán no figura en el listado y Colombia tiene a sólo dos inscritos dentro del listado de la ruta”, le contaron al dirigente.

Desde ese momento empezó el corre-corre. Era más de la medianoche londinense y mucho por hacer; buscar a los directivos de la Unión Ciclista Internacional, redactar cartas y revisar comunicaciones, las que se cruzaron entre el Comité Olímpico Colombiano, la Unión Ciclista Internacional y su homóloga en Colombia.

Philippe Chevalier, el responsable técnico de la UCI fue enterado. Incluso hubo llamadas a Pat Mc Quaid, el presidente de la entidad, para contarle lo que sucedía con uno de los portaestandartes del ciclismo colombiano en los Olímpicos.

Por fortuna, dos horas antes de la partida, se dio el visto bueno para la intervención de Urán, quien originalmente debería llevar el número 52, ese que finalmente apareció. Y más grande que nunca.

Sin embargo, las terribles noticias no desamparaban a la delegación tricolor, que promediando el circuito que tenía la escalada del Box Hill, perdió por caída al siempre osado Fabio Duarte, una de las cartas para lanzar de lejos.

Era de no desesperarse comentó Urán, quien al lado de Sergio Luis Henao, Duarte y el técnico Jenaro Leguízamo habían fraguado la estrategia ante el poderío del Dream Team de la Gran Bretaña, que en casa lucía como amplio favorito, basado en Bradley Wiggins, reciente campeón del Tour de Francia, y Mark Cavendish, ganador de cuatro etapas allí. Dos de sus compañeros ingleses en el inefable Team Sky.

“La carrera nos salió a nosotros y fue contraria en los kilómetros finales para los británicos. Yo padecí mucho, porque por la mañana nos hicieron cambiar de hotel y después se presentó el asunto de no poder correr”, contó emocionado el portador de la medalla de plata, que habló de acabar con las cosas “a la colombiana”, porque para esto se exige demasiada concentración y calma.

Pero el día, pese a todo, estaba derecho para los escarabajos. En Box Hill atacó primero Sergio Luis y después vino la avalancha de Rigoberto Urán, a 30 kilómetros del remate en Londres.

“Cuando llegué al grupo de Cancellara me dije: esta es la oportunidad de algo grande. Después vi al suizo tirado en la vía y me sorprendí. Cuando faltaban nueve kilómetros, Vinokourov pensó lo mismo que yo. La carretera nos unió. Él me decía que relevara y así nos fuimos en pos de la gloria, pero yo estaba fundido, porque venía de armar la fuga previa. Seguro dirán que perdí el oro al mirar hacia atrás, pero al verle los ojos en el podio a “Vino”, supe que tenía al lado a un grande del ciclismo mundial”, relató dichoso el hijo de Aracelly Urán desde Londres, en cercanías al Palacio de Buckingham, donde obtuvo el título de Sir del pedal, al ser segundo en ese recorrido de 250 kilómetros que al paisa le mostró mucha más gente que la que vio en dos ocasiones en el Tour.

“Esto es para que goce Colombia que tanto lo necesita. Es una alegría tan grande que ni me la creo”, dijo antes de irse a dormir. Es mejor que se la crea y se apropie de ella. Y que la llamen como quiera: hazaña o proeza.