La bandera blanca
El vicepresidente Francisco Santos salió del cuarto de sanalejo del Palacio y propuso sacar una bandera blanca para calmar las turbulentas aguas políticas que mojan al país. "Manejemos la situación con concordia y demos el ejemplo", dijo.
Peace and Love. El problema es que el presidente Uribe no fue hippie. "A mí me da mucha lidia quedarme callado", le respondió indirectamente a Santos. Y tenemos que ser sinceros: en gran medida, tiene la razón, pues si algo se cocinó hace mucho, se sigue cocinando y se está pudriendo en la cocina del país del Sagrado Corazón, lo mejor es que se corrija para bien de toda la sociedad. Lo malo es que la violencia del discurso que se ha construido de parte y parte, nos tiene como en la Inquisición, persiguiendo brujas a diestro y siniestro, calentando hogueras para achicharrar todo lo que huela raro. En otras palabras, pareciera -creen muchos- que aquí lo que se busca es poner a prueba el viejo refrán popular de que "un bobo careado, mata la mamá", a la espera de que, tarde o temprano, alguno le pegue un palazo a la progenitora.
El debate político se ha convertido en el tinglado de la beligerancia verbal. Como si fuera una canción de Celia Cruz, Songo le dio a Borondongo, Borondongo le dio a Bernabé, Bernabé le pegó a Muchilanga... Por eso, "hacernos pasito", como podría interpretarse la propuesta de Pacho Santos, no es la solución y puede ser tan peligroso como un disparo en un oído. Hacernos pasito, fácilmente nos puede hacer caer en lo de siempre: verdades a medias, responsabilidades históricas sin saldar y eternas discusiones retóricas y hasta verduleras.
"Muchas veces el silencio conduce a la impunidad política", remató el Presidente su respuesta al Vice. Ahí está el quid del asunto. Callar y tragar entero, termina siendo una indigestión de padre y señor mío. La bandera blanca debe ser para discutir y no para condenar. El que nada debe, nada teme, dice la sabiduría popular y haciendo caso de esto, el debate político de altura tiene que darse como un deber moral con las miles de víctimas que ha cobrado la violencia en este país. De lo contrario, la bandera blanca siempre tendrá una mancha en el blanco pulcro de la paz.